domingo, 8 de marzo de 2015

RENACIMIENTO. GIOVANNI BOCACCIO





Giovanni Boccaccio encarna una de las ideas centrales de la época renacentista humanista, no la negación del poder superior –llámese Dios-, sino la consecuencia de la individualidad humana. 

En los siglos XIV y XV, Italia, distinta de otras naciones en la Europa post-medieval donde la opresión social clerical había desembocado en una ola de pasiones y actitudes que pudieren ser tildadas de pecaminosas, halló el cambio con mayor sutileza.

Los cambios políticos, que abrían la oportunidad a cualquier persona a formar una fortuna (por medio de comercios, en gran parte) daban pie al surgimiento de las burguesías y con ello a la posibilidad de poseer propiedades artísticas lo que fomentó el mecenazgo a los artistas para que construyeran obras con fines que fueron, entonces y en primera instancia, meramente individuales y no únicamente al servicio de la Iglesia. Por otra parte, los artistas, basados en los principios clásicos griegos comenzaron a concebir conceptos de belleza adaptados a criterios precisos que, asumían, llevaban a una línea armoniosa, como las ciencias, algo racional y humano. De este modo, la cultura se enfocó en cuestiones de la vida terrenal, material, sin por esto dejar de lado la fe.

Obras icónicas de Giovanni como IlCorbaccio y Decamerón están formadas en base a los peores atributos de la gente, a sus destinos inesperados, a las imprecisiones de un ser que toma o deja de tomar decisiones. Más allá de la imagen, Boccaccio desentrañó en las profundidades del ser humano, principalmente en sus deseos y pasiones pasando por la moral, los principios, todo lo que motiva a alguien a ser como es, lo que le forma y marca. De hecho, una de sus obras es considerada por algunos como la primera novela psicológica –si es que adaptásemos el concepto contemporáneo a las características con que se solía abordar la literatura, para empezar, a modo de verso-. Desde esta perspectiva no es difícil suponer que Boccaccio, a cientos de años de distancia, hace un trabajo que pareciera haber inspirado al que luego Balzac y Dostoievski construyeron con sus obras realistas, aún desde su ficción. Contemplar a la civilización y retratarla a través de sus personajes, eso los une. 

Giovanni Boccaccio gustó de expresar sus ideas sociales íntimamente desarrolladas a través de la poesía, fue un apasionado de las lenguas –con un impecable manejo del latín y el toscano-, aceptaba que podían existir personas con una espiritualidad encantadora pero observó además las fallas que todos son capaces de cometer. Con sus escritos, y no hablemos sólo del famoso Decamerón sino de obras como Acerca de las mujeres famosas, otorgó un estatus de igualdad de condiciones a hombres y mujeres. Igual pasaba con paganos y creyentes, en ese tiempo las hipocresías religiosas se desvelaban y, aunque quizá no con la fuerza con que expresó Lutero su protestantismo, Boccaccio tenía plena certeza de que la verdadera virtud era interna, se reflejaba con los actos, pensamiento notoriamente evolucionado.



Karla Gisella Cordero Jiménez
6o Semestre
Estética II
26 de febrero de 2015