“Pero ¿somos tan únicos como creemos? Porque siempre encontraremos a personas parecidas a nosotros, con ideas similares a las nuestras, con opiniones y gustos parecidos e incluso físicamente parecidos, pero aún así nadie es completamente igual a nosotros. Y esto es porque cada quién ha pasado por diferentes experiencias y vivencias, y cada una de ellas es lo que nos va otorgando más características, de cada experiencia aprendemos algo nuevo que añadimos a nuestra personalidad, y esto se va moldeando hasta formar nuestro yo. Entonces para mí ese es el yo, la compilación de todas estas características, tanto ideológicas como físicas, nuestras opiniones, creencias y sentimientos, somos la misma persona a lo largo de nuestra vida pero se nos van sumando vivencias que van modificando nuestra personalidad y así nuestro yo va cambiando, creciendo y modificándose.”
Paula Arias Gutiérrez
Alumna del 3er. Semestre de bachillerato
enero de 2012
“El 'yo' lo vamos conociendo, más de lo que creíamos, a partir de lo que dicen los demás de mí. ¿Por que?, porque creemos tener el mismo comportamiento con todos los que nos relacionamos, pero con cada uno de ellos —porque no somos iguales— tendemos a hablar o relacionarnos diferente, descubriendo nuevas personalidades de mi 'yo', pero que tal vez no nos lleguemos a dar cuenta, pues los 'otros' que se relacionan conmigo, en mi consideración, son parte importante de mí, porque soy lo que ellos me ayudaron a expresar de mí, lo que he vivido durante toda mi vida desde que he nacido, por los demás que me rodearon y sobre todo por las experiencias. Compartir tus ideas con 'otros' te impulsa a tomar en cuenta tus decisiones y a los demás, por lo que muchas veces el 'yo' actúa dependiendo de las situaciones en las que se encuentre, y así es cómo el 'yo' toma su propia personalidad. Su propia forma de ser.
Por todo lo anteriormente expuesto, se puede concluir que un 'yo' suficientemente estructurado es un yo fortalecido que nos permite vivir una vida más plena de sentido y significado y, al mismo tiempo, hacer que la vida de quienes nos rodean sea también satisfactoria. Sin embargo, es necesario considerar que el 'yo', nuestro 'yo', pasa por un proceso de desarrollo y maduración que se consolida con el paso de los años, en donde la experiencia y la necesaria reflexión sobre nuestros actos, son elementos fundamentales para que nuestra persona, viva una vida plena y de júbilo, aún con las adversidades que el hecho de ser humanos nos plantea en nuestra existencia.”
Daniela López Silva
Alumna del 3er. Semestre de bachillerato
enero de 2012
“El yo es una forma de ser, es el principio de la realidad ya que sin un yo no podríamos existir verdaderamente, porque todos debemos tener una personalidad que nos pueda hacer capaces de percibir a los demás y convivir con ellos, identificarnos como personas de un vinculo social o simplemente saber nosotros mismos que formamos parte de éste, porque de esta manera estamos explotando y explorando nuestro propio yo desde distintos puntos de vista.
El tener un yo es esencial para nuestra vida ya que nos sentimos parte de aquello que nos rodea y si tenemos un yo podemos desarrollarnos en un ambiente sano y sin miedo a nada. El yo nos hace ser fuertes y nos proporciona una espiritualidad con la cual podemos cumplir nuestros ideales, y con ellos adentrarnos a controlar e intensificar todos nuestros conocimientos y así como nosotros nuestro yo tiene conocimientos también podemos aprender del yo de las demás personas.”
Andrea Ilse Pichardo Soto
Alumna del 3er. Semestre de bachillerato
enero de 2012
“Me resulta muy complicado hablar del yo y de la razón por separado, ya
que están muy relacionados, tanto así que resulta casi imposible describirlos
sin usar el otro, por lo que escribiré de ambos.
Para empezar, ambos conceptos resultan bastante abstractos a mi parecer,
ya que no son algo precisamente físico, no es algo con lo que puedas
interactuar, o que esté directamente relacionado con las leyes físicas, una de
las pocas cosas de las que podemos nombrar como leyes absolutas, que no podemos
cambiar a nuestro placer.
Para expresar mi idea daré un ejemplo que también ha usado Stephen
Hawkins (ya lo he citado anteriormente, pero es que su manera de pensar me
resulta en verdad fascinante): imaginemos que hay un partido de tenis, y
existen dos reglas en el, las primeras son las reglas del juego, en las que se
dicta cuando se logra un punto, cuando fue un tiro dentro o fuera del área de
juego, la altura de la red e incluso el vestuario que se usa, estas reglas
fueron creadas por el hombre y podrían cambiarse si así lo deseara. Las
segundas reglas son las de física, estas controlan hacia donde ira la pelota,
como se comportara esta con el golpe, su velocidad y hasta la velocidad con la
que crecerá el pasto bajo los pies de los jugadores, las anteriores reglas no
las puede cambiar el hombre aunque lo desee, siempre están presente y
(esperemos) lo estarán, aun cuando no nos demos cuenta o lo reconozcamos.
Use el anterior ejemplo por que podemos decir que existe una ley
universal e inquebrantable sobre el comportamiento físico de los objetos, pero
eso es incompatible con el comportamiento humano, en este son otros los
factores que determinan cómo es que se comportaran, y cada quien puede
reaccionar de manera completamente diferente ante los mismos estímulos, al
igual que en el juego de tenis, esto lo dictamos nosotros, y es que hace
imposible tratar de que todos reaccionemos igual, que tengamos el mismo
comportamiento, los mismos deseos e ideales, porque cada uno de nosotros hemos
tenido una historia diferente que ha forjado nuestro comportamiento, quizás es
por esto que cuando se trata de controlar a las masas como un individuo el
resultado es una rebelión.
Algo que nos distingue de los demás animales es que a nosotros (por lo
menos la menor parte del tiempo) no nos controla nuestro instinto, esto es algo
que hemos suprimido cada vez más y es lo más característico del ser humano, de
cierta manera el deseo fue más dominante que el instinto, razonamos,
fabricamos, experimentamos, y aquí estamos.
Somos la especie más inteligente, aunque nuestras acciones en ocasiones
no lo demuestren, somos los únicos animales que reflexionan acerca de lo que
nos rodea, como es que se originó y qué es lo que le pasara en el futuro, lo
mismo con las otras personas y con nosotros mismos, somos los únicos que
razonamos.
La verdad esto resultó ser un gran dolor de cabeza, ya que ahora nos
encontremos buscándole respuestas a todo lo que nos rodea, a nuestro origen, de
dónde venimos, a dónde vamos, como es que surgió la vida y porque, y a mi
parecer la más grande y complicada, como es que se formaron el espacio y el
tiempo, y qué había antes, o de dónde aparecieron, a veces quisiéramos que la
vida fuera más simple, sumidos en una vida de ignorancia y despreocupación,
pero también seria un mundo menos bello, o al menos no lo podríamos admirar
tanto y experimentar lo que sólo nosotros podemos
Pero con todas las preguntas anteriores, una resulta fundamental, ya que
nos incluye en su totalidad, ¿y si no existo? Que tal que no soy real, que mi
existencia sólo es virtual, de pronto todas las preguntas anteriores ya no
tienen importancia.
Bueno, al menos esta pregunta ya no me mantiene despierto como lo hacía
antes, porque René Descartes la contestó de una manera que me dejo a mí y a
muchos satisfechos:
“Mais, aussitôt après, je pris garde que, pendant que
je voulois ainsi penser que tout étoit faux, il falloit nécessairement que moi qui
le pensois fusse quelque chose. Et remarquant que cette vérité: je pense, donc je suis, étoit si ferme et si assurée, que toutes les plus extravagantes
suppositions des sceptiques n'étoient pas capables de l'ébranler, je jugeai que
je pouvais la recevoir sans scrupule pour le premier principe de la philosophie
que je cherchois”.
“Pero en seguida advertí que mientras de este modo
quería pensar que todo era falso, era necesario que yo, que lo pensaba, fuese
algo. Y notando que esta verdad: yo
pienso, luego soy era tan firme y cierta, que no podían
quebrantarla ni las más extravagantes suposiciones de los escépticos, juzgué
que podía admitirla, sin escrúpulo, como el primer principio de la filosofía
que estaba buscando.”
El yo es increíble, eres quien
eres, nunca podrás dejar de ser tú aunque lo intentes, podrás cambiar tu nombre
o apariencia pero seguirás siendo el mismo humano, eso es simplemente
increíble, saber que eres único y que puedes controlar tu propio destino, a
veces me preocupo de si seguiré siendo el mismo dentro de las siguientes
décadas, se qué sí, seré Daniel, ¿pero con otra personalidad?, supongo que sí,
si recuerdo mis raíces y sueños; muchas veces me preocupo por eso en vez de que
hay mas allá, o si al menos existe algo después de la muerte.
Por ahora disfrutaré y tomaré algo
para este dolor de cabeza.”
Daniel Real Pacheco
Alumno del 3er. Semestre de bachillerato
enero de 2012
“Todos los billones de humanos que compartimos este planeta somos potencialmente diferentes: tenemos distinta apariencia física, adornamos esta apariencia con ropas diferentes, nos comunicamos de modos diversos, pero la diferencia más grande que tenemos cada uno de nosotros, que nos hace únicos a pesar de compartir la misma fisionomía y tener órganos que realizan las mismas funciones es la manera en que pensamos y actuamos.
La educación del humano forma la concepción del yo, un niño pequeño después de un largo tiempo frente a un espejo logra reconocerse teniendo un primer encuentro con su persona, con el tiempo aprendemos cuál es nuestro nombre que será una clave para distinguir mi yo del de los otros ‘yoes’ que me rodean.
Cuando me pregunté, como parte del análisis del tema, ¿Quién soy yo? La primera respuesta que me vino a la mente fue ‘Soy Omar Rodríguez’ lo que automáticamente me llevó a un conflicto ¿Quién es Omar Rodríguez? Puede haber muchísimos adjetivos que me otorgarían una fácil respuesta a esa interrogante, pero el yo es una totalidad, un resultado de mezclar todos esos adjetivos que nos describen de una manera tan burda y poco profunda pero de cierta manera nos tranquilizan tras una duda existencial de proporciones descomunales
Ninguno de esos adjetivos tiene mayor o menor valor que el anterior pues todos forman un bloque en el que cada parte juega un papel primordial, no bastan un par de adjetivos como varón y joven para describirme como tampoco bastarían para describir a cualquier otro ser humano existente pues además de lo físico, que sería una tarea descriptiva fácil, contamos con una compleja y cambiante personalidad imposible de describir con exactitud.
A lo largo de la vida nuestro yo sufre muchísimas metamorfosis y altibajos que forjarán una personalidad convirtiéndola en una infinitamente distinta para cada individuo; por la tanto el yo es único e irrepetible pero vive en un cambio constante siempre buscando mejorar o adaptarse a las circunstancias que lo rodean.
Esta adaptación es realizada en dos partes: la adaptación del cuerpo que dependiendo del lugar y la acción que realice es moldeable (permitiéndome así realizar las actividades pertinentes al lugar y circunstancia) y, la que a mi parecer es la más importante, la de la mente; por ejemplo, cuando estoy en la escuela pienso y actúo diferente que cuando estoy conviviendo en casa de mi abuela pero en esencia sigo siendo la misma persona, no he tenido cambios significativos que me tornen irreconocible, a pesar de lo que haga, diga, siente o piense soy el mismo individuo.
Entonces, ¿cómo es posible que siendo tan diferente y tan cambiante durante toda la vida sea la misma persona? La repuesta es más simple de lo que parece: el yo es una totalidad, un ente cuya característica principal es la capacidad que tiene de transformarse, adaptarse y por lo tanto evolucionar con el paso de los años, pero sigue siendo en esencia, a pesar de los innumerables cambios físicos, la misma cosa, persona, animal que era el día que nació.
Esta constante evolución del yo es lo que nos permite ir avanzando en nuestra cotidianeidad; en el momento en que la personalidad de alguien deja de cambiar, de madurar, de crecer, esa persona se ha estancado. Por consecuencia es de vital importancia estar en un constante y gradual cambio, digo gradual porque sería insensato tener una visión, pensamientos o sentimientos completamente opuestos cada día de la semana, ese cambio está siempre motivado por las experiencias gratas o desagradables que nos ocurren diariamente.
Desde que soy pequeño me ha parecido fascinante la manera en que sólo los demás pueden saber cómo somos físicamente mientras que nosotros no podemos mirar nuestro cuerpo, nuestra cara, nuestras ropas sin la ayuda de un espejo e inclusive no escuchamos nuestra voz tal como es. Antes eso me generaba un gran conflicto porque pensaba ¿Cómo es posible que los demás me conozcan y yo no tenga más que una leve noción de cómo soy en verdad? pero después me di cuenta de que el físico, aunque es el vehículo que nos relaciona con los demás, no es lo verdaderamente importante en la conformación del yo.
Para ello imaginemos que todos nos quedásemos ciegos por una terrible epidemia como en una famosa novela de José Saramago, entonces nuestra apariencia física se tornaría irrelevante pues ya nadie (ni nosotros mismos) nos miraría. Si eso ocurriera nuestros pensamientos y nuestras acciones serían casi la única manera de distinguir a un ser de otro, de distinguirnos de los demás y de sobresalir o, por el contrario, permanecer ignorados. Deduzco que sólo tenemos ojos para los demás mientras que el pensamiento lo reservamos para nosotros.
Tras una reflexión que hasta el día de hoy realizo me doy cuenta de que aquello que compensa esta falta de conciencia física es el conocimiento casi total que tenemos de nuestros pensamientos, ideas y sentimientos porque es verdad, todos pueden ver mi piel, mi cara, mis ropas, escuchar mi tono de voz e identificarlo de los demás pero nadie puede conocer realmente mis pensamientos, probablemente tengan una idea pues me encargo de externarlos gracias a un lenguaje pero ellos no los sienten, no los viven en carne propia, eso es algo que yo y todos los otros ‘yos’ del mundo hacemos durante nuestra fugaz existencia.
He ahí la importancia de las relaciones humanas pues al conocer a otra persona, que puede compartir o no nuestras ideas, nutrimos nuestra personalidad, nuestro yo y encontramos un gusto por tratar de llegar a conocer realmente a otros individuos yendo más allá de lo físico, tratando de llegar a la parte más complicada, interesante y llamativa de una persona: sus ideas.
Muchos podrán conocerme y distinguirme entre una multitud pero el único que en verdad sabe cómo soy, qué es lo que siento, lo que me gusta y cuáles son mis ideas soy YO.”
La educación del humano forma la concepción del yo, un niño pequeño después de un largo tiempo frente a un espejo logra reconocerse teniendo un primer encuentro con su persona, con el tiempo aprendemos cuál es nuestro nombre que será una clave para distinguir mi yo del de los otros ‘yoes’ que me rodean.
Cuando me pregunté, como parte del análisis del tema, ¿Quién soy yo? La primera respuesta que me vino a la mente fue ‘Soy Omar Rodríguez’ lo que automáticamente me llevó a un conflicto ¿Quién es Omar Rodríguez? Puede haber muchísimos adjetivos que me otorgarían una fácil respuesta a esa interrogante, pero el yo es una totalidad, un resultado de mezclar todos esos adjetivos que nos describen de una manera tan burda y poco profunda pero de cierta manera nos tranquilizan tras una duda existencial de proporciones descomunales
Ninguno de esos adjetivos tiene mayor o menor valor que el anterior pues todos forman un bloque en el que cada parte juega un papel primordial, no bastan un par de adjetivos como varón y joven para describirme como tampoco bastarían para describir a cualquier otro ser humano existente pues además de lo físico, que sería una tarea descriptiva fácil, contamos con una compleja y cambiante personalidad imposible de describir con exactitud.
A lo largo de la vida nuestro yo sufre muchísimas metamorfosis y altibajos que forjarán una personalidad convirtiéndola en una infinitamente distinta para cada individuo; por la tanto el yo es único e irrepetible pero vive en un cambio constante siempre buscando mejorar o adaptarse a las circunstancias que lo rodean.
Esta adaptación es realizada en dos partes: la adaptación del cuerpo que dependiendo del lugar y la acción que realice es moldeable (permitiéndome así realizar las actividades pertinentes al lugar y circunstancia) y, la que a mi parecer es la más importante, la de la mente; por ejemplo, cuando estoy en la escuela pienso y actúo diferente que cuando estoy conviviendo en casa de mi abuela pero en esencia sigo siendo la misma persona, no he tenido cambios significativos que me tornen irreconocible, a pesar de lo que haga, diga, siente o piense soy el mismo individuo.
Entonces, ¿cómo es posible que siendo tan diferente y tan cambiante durante toda la vida sea la misma persona? La repuesta es más simple de lo que parece: el yo es una totalidad, un ente cuya característica principal es la capacidad que tiene de transformarse, adaptarse y por lo tanto evolucionar con el paso de los años, pero sigue siendo en esencia, a pesar de los innumerables cambios físicos, la misma cosa, persona, animal que era el día que nació.
Esta constante evolución del yo es lo que nos permite ir avanzando en nuestra cotidianeidad; en el momento en que la personalidad de alguien deja de cambiar, de madurar, de crecer, esa persona se ha estancado. Por consecuencia es de vital importancia estar en un constante y gradual cambio, digo gradual porque sería insensato tener una visión, pensamientos o sentimientos completamente opuestos cada día de la semana, ese cambio está siempre motivado por las experiencias gratas o desagradables que nos ocurren diariamente.
Desde que soy pequeño me ha parecido fascinante la manera en que sólo los demás pueden saber cómo somos físicamente mientras que nosotros no podemos mirar nuestro cuerpo, nuestra cara, nuestras ropas sin la ayuda de un espejo e inclusive no escuchamos nuestra voz tal como es. Antes eso me generaba un gran conflicto porque pensaba ¿Cómo es posible que los demás me conozcan y yo no tenga más que una leve noción de cómo soy en verdad? pero después me di cuenta de que el físico, aunque es el vehículo que nos relaciona con los demás, no es lo verdaderamente importante en la conformación del yo.
Para ello imaginemos que todos nos quedásemos ciegos por una terrible epidemia como en una famosa novela de José Saramago, entonces nuestra apariencia física se tornaría irrelevante pues ya nadie (ni nosotros mismos) nos miraría. Si eso ocurriera nuestros pensamientos y nuestras acciones serían casi la única manera de distinguir a un ser de otro, de distinguirnos de los demás y de sobresalir o, por el contrario, permanecer ignorados. Deduzco que sólo tenemos ojos para los demás mientras que el pensamiento lo reservamos para nosotros.
Tras una reflexión que hasta el día de hoy realizo me doy cuenta de que aquello que compensa esta falta de conciencia física es el conocimiento casi total que tenemos de nuestros pensamientos, ideas y sentimientos porque es verdad, todos pueden ver mi piel, mi cara, mis ropas, escuchar mi tono de voz e identificarlo de los demás pero nadie puede conocer realmente mis pensamientos, probablemente tengan una idea pues me encargo de externarlos gracias a un lenguaje pero ellos no los sienten, no los viven en carne propia, eso es algo que yo y todos los otros ‘yos’ del mundo hacemos durante nuestra fugaz existencia.
He ahí la importancia de las relaciones humanas pues al conocer a otra persona, que puede compartir o no nuestras ideas, nutrimos nuestra personalidad, nuestro yo y encontramos un gusto por tratar de llegar a conocer realmente a otros individuos yendo más allá de lo físico, tratando de llegar a la parte más complicada, interesante y llamativa de una persona: sus ideas.
Muchos podrán conocerme y distinguirme entre una multitud pero el único que en verdad sabe cómo soy, qué es lo que siento, lo que me gusta y cuáles son mis ideas soy YO.”
Omar Rodríguez Martínez
Alumno del 3er. Semestre de bachillerato
enero de 2012
“Si quieres
conocerte, actúa. Al actuar es cuando
verdaderamente
nos medimos con los demás.”
Johann Wolfang von
Goethe
Yo adentro, yo afuera
Más de una vez me he puesto a pensar sobre mi
existencia, sobre el yo, lo que pienso, cuanto razono y creo; incluso antes de
leer a Fernando Savater yo ya me había hecho muchas de las preguntas que él nos
plantea. No conocía el término “solipsismo” hasta que leí a Savater, pero ya
antes, cuando niño, había llegado a pensar que todo era parte de mi
imaginación, que yo podría haber creado los países, los idiomas y que este
mundo podría ser sólo un sueño mío, que yo no fuera “Luis” sino algo dormido,
soñando con este planeta tierra, con mi familia y las todas las cosas que
conozco, aunque ya tiene que tiempo que dejé de pensar eso, pues me pareció un
poco ególatra.
La idea sobre ser parte del sueño de algún extraterrestre u otra entidad, la verdad también me disgusta, me he puesto a pensar en que si esto fuera cierto ¿qué pasaría si algún día llegara a despertar esa supuesta existencia soñadora en la que existo? Y no logro imaginar qué pasaría, sin embargo, me parecería deprimente la existencia o la vida, no tendría caso nada de lo que hiciera, pues todo dependería de aquella entidad dormida, de su sueño y de nadie más.
Creyeron loco a Descartes, aunque yo dudo que realmente pensaran así, era por miedo, o por la depresión de esas teorías que como yo, los demás también debieron haber sentido que lo creían así, pues creo que por más que alguien se niegue a pensar sobre esto, es inevitable el hacernos estas preguntas, pues es parte del ser humano el cuestionarnos sobre nuestra existencia, lo ha sido desde nuestros principios y lo seguirá siendo por siempre. Dudo que alguien que haya llegado a tener uso de razón no se haya imaginado cosas así en su vida.
Para mí el alma es lo mismo que la mente, no la imagino por separado y tampoco, independientemente de que crea en los fantasmas, no la veo como nos la han pintado en películas de terror y programas de televisión, como algo un poco transparente pero visible y que ande flotando por ahí. Todo lo que razonamos, e incluso todo lo que sentimos viene del alma o de la mente, que para mí es lo mismo, todos nuestros sentidos son sólo herramientas que hacen que nuestra mente sepa qué hay alrededor de nosotros; y referente al cuerpo, creo que es sólo una herramienta para nuestra alma, con la cual se expresa.
El cuerpo sí es mío, lo es desde que nací y lo será hasta que muera, de eso ahora estoy seguro, tanto como de que existo, para ser un yo, creo que el alma depende tanto del cuerpo como el cuerpo del alma, si no tuviera cuerpo, sólo sería como una roca, al no tener absolutamente ningún medio para expresarse no sabemos si la roca está pensando o no, si está razonando o si tiene sentimientos, y si fuera al revés si sólo estuviera el cuerpo, sería como estar muerto, o como una planta, que nace crece muere y todas esas características de los seres vivos, ¡pero no piensa! Sólo está ahí sin hacer nada, entonces creo que para que pueda decirme yo, necesito de ambas cosas y al necesitar de ambas, soy dueño de las dos, por eso creo que el cuerpo sí es mío, pues soy tan dueño de mi mente, como de mi cuerpo.
Habrá cosas que haga con mi cuerpo que afectarán a mi mente o alma, podría empezar a volverme loco por cosas que haga, podría darme un golpe muy fuerte en la cabeza y así afectar mi mente, por ejemplo quedando tonto y sin razonar; es esa otra de las razones por las que creo que el cuerpo es de mi propiedad.
Luis Francisco Sandoval Martínez
Alumno del 3er. Semestre de bachillerato
enero de 2012
“Hasta el más valiente de nosotros pocas veces tiene
valor para enfrentarse con lo que realmente sabe...”
La constante negación del brillo del yo.
“Hasta el más valiente de nosotros pocas veces tiene
valor para enfrentarse con lo que realmente sabe...”
Friedrich Nietzche
¿Es la razón una muestra clara de nuestra intachable existencia?, ¿Será acaso que no tenemos aparte de la razón y la duda otra forma de afirmar que existe el yo?
Ciertamente son pilares que constituyen nuestra seguridad existencial, son también comodines para poder formularnos una serie de preguntas, ya que ¿tiene sentido formularnos preguntas sin saber con certeza si existimos o no?
Constantemente me pregunto si es la vida tan ilusoria como lo son mis pensamientos, como lo son (según algunas personas) mis engañosos y tramposos sentidos.
Ahora hablemos de Descartes, qué extraño pensamiento y suyo, o... ¿será posible?, ¿Será posible que sólo seamos el experimento de alguna raza superior, de un titiritero malvado, cultivos en un laboratorio dormidos mientras pasan por nuestras mentes la ilusión de toda una vida?
¿Por qué no destruimos ese mundo ilusorio al que tanto tememos?, ¡Claro!, Porque al destruir el mundo aparente destruimos el mundo verdadero, es parte de nosotros, es, diría Descartes, un sueño... un sueño total e infinito.
Se cree que la voluntad es la causa en general; se cree en el "yo", que el yo es un ser, ese es añadido mediante el pensamiento y funciona en todas las cosas como causa, existencia.
Esto nos dice que el concepto de "ser" se sigue, deductivamente, del concepto de "yo".
En este mundo aparente, ilusorio, irreal, dudoso firmar unas son las cosas con toda certeza: existo.
Diría Savater: "tanto si me equivoco como si acierto, al menos estoy seguro de que existo".
Me siento tan seguro, tan ágil, tan lúcido y tan terriblemente contento de poder usar dichas afirmaciones, ¿qué puedo decir? Me encanta vivir; me encanta existir.
Aparente y redundantemente pareciera que el artista valora más la apariencia que la realidad, esto lo tiene sin cuidado, en el caso del arte, "la apariencia" equivale también a la realidad, sólo que con una muy rigurosa selección.
Dice Platón: "yo, Platón soy la verdad". Esta afirmación sin duda tiene discusión, sin embargo nos da pie para cuestionar la propuesta de Descartes; no es ese mundo "real" que tanto anhelamos y en el que creemos no estar, la verdadera irrealidad, y no es este mundo que dicen, es un sueño, la realidad, "toda verdad es simple", o por lo menos así lo afirman algunos científicos, entonces, ¿no es una simple y más congruente por lo tanto que este "sueño" sea en realidad la realidad?
Ciertamente son pilares que constituyen nuestra seguridad existencial, son también comodines para poder formularnos una serie de preguntas, ya que ¿tiene sentido formularnos preguntas sin saber con certeza si existimos o no?
Constantemente me pregunto si es la vida tan ilusoria como lo son mis pensamientos, como lo son (según algunas personas) mis engañosos y tramposos sentidos.
Ahora hablemos de Descartes, qué extraño pensamiento y suyo, o... ¿será posible?, ¿Será posible que sólo seamos el experimento de alguna raza superior, de un titiritero malvado, cultivos en un laboratorio dormidos mientras pasan por nuestras mentes la ilusión de toda una vida?
¿Por qué no destruimos ese mundo ilusorio al que tanto tememos?, ¡Claro!, Porque al destruir el mundo aparente destruimos el mundo verdadero, es parte de nosotros, es, diría Descartes, un sueño... un sueño total e infinito.
Se cree que la voluntad es la causa en general; se cree en el "yo", que el yo es un ser, ese es añadido mediante el pensamiento y funciona en todas las cosas como causa, existencia.
Esto nos dice que el concepto de "ser" se sigue, deductivamente, del concepto de "yo".
En este mundo aparente, ilusorio, irreal, dudoso firmar unas son las cosas con toda certeza: existo.
Diría Savater: "tanto si me equivoco como si acierto, al menos estoy seguro de que existo".
Me siento tan seguro, tan ágil, tan lúcido y tan terriblemente contento de poder usar dichas afirmaciones, ¿qué puedo decir? Me encanta vivir; me encanta existir.
Aparente y redundantemente pareciera que el artista valora más la apariencia que la realidad, esto lo tiene sin cuidado, en el caso del arte, "la apariencia" equivale también a la realidad, sólo que con una muy rigurosa selección.
Dice Platón: "yo, Platón soy la verdad". Esta afirmación sin duda tiene discusión, sin embargo nos da pie para cuestionar la propuesta de Descartes; no es ese mundo "real" que tanto anhelamos y en el que creemos no estar, la verdadera irrealidad, y no es este mundo que dicen, es un sueño, la realidad, "toda verdad es simple", o por lo menos así lo afirman algunos científicos, entonces, ¿no es una simple y más congruente por lo tanto que este "sueño" sea en realidad la realidad?
Diego Armando Alfaro Reséndiz
Alumno del 3er. Semestre de bachillerato
enero de 2012
El yo representa dos partes: una en el mundo real y otra en el pensamiento de una misma persona, estas dos partes se dividen en interioridad y corporalidad como en un plano metafísico.
La interioridad: en este plano se encuentran quizás las partes más fuertes que definen mi “yo”, la conciencia; aquí encontramos los sentimientos, el pensamiento, el carácter, la memoria, el razonamiento, nuestra perspectiva sobre la vida, sobre nosotros y sobre el entorno; porque después de todo, la personalidad de un solo individuo se forja desde su interior, tomando en cuenta sus vivencias, las personas que lo rodean y una perspectiva de su propio futuro.
La corporalidad: aquí se representan las apariencias que el individuo muestra en su entorno. Para concebir una apariencia, no se logra de la noche a la mañana, si no que toma años de búsqueda, una búsqueda que no representa encontrar un objeto determinado, más bien un viaje hacia una identidad, hacia el camino de encontrar quién se es en realidad; esta identidad se forja con la ayuda de las personas, mirando y admirando diversas apariencias, tomando partes de unas y de otras para crear un estilo propio, que guste al individuo, que se sienta con una pertenencia de sí mismo; la corporalidad es la percepción para lograr una diferencia con los demás, ese es el “yo” de la corporalidad.
El “yo” en el pensamiento a través del tiempo
A lo largo de los tiempos, ha habido pensadores que describen el yo desde su punto de vista, el principal, Descartes; con su frase “Cogito ergo sum” – Pienso luego existo (en donde “luego” significa, por tanto) el decía que el “yo” es el fundamento de la Racionalidad y el yo podía sentir, pensar, imaginar, dudar y soñar. Hume era un empirista que expresó que el “yo” es una sucesión de percepciones a lo largo del tiempo, y en este también existe un constante cambio, no una permanencia, a esto se refiere el uso de la memoria.
Existen 3 puntos de vista para tomar en cuenta la evolución de un “yo”:
Pensamiento trágico: Para los griegos existía el pensamiento de un destino; esto se refiere a que los individuos sólo mantenían un “yo propio” desde el día en que nacían, hasta que cumplían con la tarea que fue prescrita por los oráculos, podríamos definir que cada individuo ya tenia su vida marcada.
Humanismo Renacentista: Hacia el renacimiento se desarrollo el pensamiento de libertad, ésta le daba al hombre el derecho de ser arquitecto de su propio destino, el cual forjaban ellos mismos, con inteligencia, sensibilidad y superioridad y una razón consiente sobre sus actos.
Para poder entender lo que somos citaré algunos pensadores importantes:
Quisiera ser lo que era, cuando quería ser lo que soy.
Gonga
Sabemos lo que somos, pero ignoramos lo que podríamos ser.
William Shakespeare
Todo el mundo piensa en cambiar a la humanidad, pero nadie piensa en cambiarse a sí mismo.
León Tolstoi
Yo soy yo y mi circunstancia: y si no la salvo a ella no me salvo a mí mismo.
José Ortega y Gasset
Encuéntrate y sé tú mismo; recuerda que no hay nadie como tú.
Dale Carnegie
Esto es lo que soy, yo soy mi yo y yo mismo forjo mi camino.
Ricardo González Núñez
Quizás estemos viviendo en un sueño del sueño de alguien, o sólo de un sueño. Somos lo que alguien más quiso que fuéramos por lo tanto somos su pequeña creación, y todo a nuestro alrededor sea producto de su sueño. Tal vez sea un monstruo o algún ser fantástico, o quizás sea alguien de nuestra semejanza que algún día despertará y de la nada desaparecerá y quedemos en su recuerdo. Pero, así como dice Savater en su libro “Las preguntas de la Vida”, podemos ser producto de un extraterrestre que nos ha creado hace cinco minutos y nos puso recuerdos para poder interpretarlos a lo largo de nuestra vida. Y ¿quién nos dice lo contrario? Todo puede ser posible.
Dicen que existe algo en nuestro ser llamada “alma”, y esta es la esencia de nuestro ser, lo que nos hace diferentes. Sí, quizá sea cierto que exista, que todos tengamos una alma pero en ¿dónde se encuentra? ¿En qué parte de nuestro cuerpo esta? ¿Cómo es? En términos religiosos, nuestra alma debe de estar purificada para poder subir al cielo. Si es así, ¿cómo podemos purificarla si ni siquiera sabemos en dónde está y qué tan purificada se encuentra? Puede que se refieran a nuestra conciencia. Pero aun así la conciencia es parte de nuestro ser, de nuestro yo. Y ¿Quién soy yo?
Podemos reflexionar acerca de la frase de Descartes “Cogito, ergo sum: pienso, luego existo”. Al decir “existir” podemos crear una serie de significados. Al pensar que existir es un verbo, en lo personal, se me complica conjugarlo puesto que no he existido, ya que siempre existí, desde que nací existo. Tampoco puedo decir existiré, porque quizás mañana muera y ya no exista. Pero cuando muera ¿cómo podré decir que existo? Sin embargo siempre estoy existiendo. Pero qué tal si nosotros somos los creadores de nuestro alrededor, somos los que pensamos, por lo tanto si pensamos en una mesa o la sala de nuestra casa, ahí estará porque afirmamos que está ahí.
Y ¿qué pasa cuando llegamos al final de nuestro yo? La vida es una transición maravillosa para que al final no continuemos, en mi punto de vista, tendría que haber algo más que haga importante ese término de vida en este planeta para poder continuar en otro. En muchos lugares y a través de la historia, las personas han pensado que continuamos existiendo en otro lugar, otra dimensión. Pero nadie sabe que puede haber más allá porque no hemos regresado para contarlo. Este ya es otro tema que hemos visto anteriormente, “La muerte”. Tiene que ver con nuestro yo, ya que no sabemos qué nos pasa cuando nuestra vida termina. En el planeta Tierra sabemos que no enterrarán o que nos quemaran hasta hacernos cenizas y así terminar en una caja. Pero ¿Qué pasa con nuestra “alma”?
Cómo ya había mencionado al inicio de este ensayo, es posible que seamos un ser que ya existió hace mucho tiempo y vuelve a la vida. Existen muchas teorías acerca de este caso así como tener siete vidas y que tus vidas pasadas hayan sido animales o personas importantes que te han dejado algún talento. Es tanta la fama que han hecho películas con estas situaciones, como “Defending your life”. Es posible que también hayamos sido alguna otra persona. Por ejemplo que en mi vida pasada haya sido una campeona de natación y que en esta vida soporte mucho tiempo bajo el agua.
También podemos reflexionar con el “res congitans” que es cosa que piensa. Pues Descartes opinaba que algo que pensaba, en lo que pensaba se haría realidad. Podemos basarnos de esta idea, así como ya mencioné en el “pienso, luego existo”.
Puede que seamos, como ya lo dije, producto de un sueño o creación extraterrestre. Puede que todo lo que está a nuestro alrededor lo hemos creado porque lo pensamos y existimos porque pensamos. Entonces, ¿Quiénes somos? ¿Quién soy yo? Soy un ser con ideas pensamientos que pueden transformar el mundo que lo rodea. Soy un ser que siente emociones y proyecta sensaciones. Soy un ser humano que no puede estar solo, quien necesita interrelacionar y convivir con sus iguales. Soy simplemente materia que transita por esta vida.
EL YO Y LA RAZÓN
Este tema me pareció un poco difícil y muy abstracto pero sobre estas cosas interesantes, por eso lo elegí como tema para este ensayo.
El yo puede ser visualizado por algunas personas como el alma o conciencia de la persona pero desde mi punto de vista el yo también conforma nuestro cuerpo y las relaciones que tenemos con el exterior como convivencia con otras personas, gustos, espacios en donde nos encontremos, etc.
No podemos encontrar un “yo” igual a otro, quizá sí parecido pero no igual ya que cada persona de acuerdo a factores como: educación, mundo en el que se desarrolla, personas con las que convive día a día, país (cultura), o experiencias va formando criterios propios sobre las cosas, estos pueden cambiar a lo largo de tiempo pero la mayoría de las veces conservan su “estructura” y/o “toque personal “de cada persona.
El yo es una existencia cuestionada, ya que muchas personas creen que no existe y que solo es creación de nuestra imaginación, pero si no fuera existente ¿porqué cada persona piensa diferente? ¿Porqué no hay dos o más personas con ideas y/o cuerpos iguales?
Cuando somos pequeños nos educan de acuerdo a las creencias, pensamientos y costumbres de nuestros padres por lo que se podría decir que somos producto de otro “yo” pero conforme vamos creciendo y desarrollando nuestros propios criterios se va “creando” el verdadero yo, que ya (en cierta parte) no es una copia de otro yo (nuestros padres) sino que es un creación individual y en este punto se podría creer que ya es un autentico “yo”.
En una sociedad puedes ser distinguido entre las miles de personas del mundo por ciertas características que son “propias” (físico, pensamientos, etc.) y que forman como conjunto el yo.
El yo puede tener varias “versiones” como por ejemplo en los momentos en que tenemos ciertos pensamientos o criterios y lo expresamos de otra forma, quizá por miedo o por alguna otra razón pero el yo puede tener diferentes variantes, por ejemplo, nos comportamos de diferente manera en la escuela, con nuestros padres, amigos, etc. O el lugar en donde nos encontremos, pero aun así no dejamos de ser la misma persona ni perdemos la esencia de nuestra personalidad.
Otro punto importante es que el yo está en constante cambio pues hay criterios, pensamientos o comportamientos que van cambiando a lo largo del tiempo. Claramente podemos apreciar que no somos” la misma persona” que hace 5 años, hemos cambiado tanto física como mentalmente ya que hemos madurado o en algunos casos pasa lo contrario, pero siempre se percibirá un gran cambio en estos aspectos que conforman al yo.
En este punto jugaría un papel muy importante la razón que es la encargada de acciones que realicemos, esa voz que nos dice cosas como por ejemplo qué está bien, qué está mal, nos informa sobre peligros, etc.
La razón de cada persona es muy diferente aunque hay personas que no la usan mucho y se dejan guiar más por lo instintivo, pero eso depende de cada persona y de los conceptos que maneje.
Esta “voz interior” también entra en contradicciones con ella misma y nos crea varios conflictos que en ocasiones son difíciles de solucionar.
Usamos la razón desde que somos pequeños, lo podemos apreciar en los niños pequeños que ante una situación de peligro que ya han vivido reaccionan de la manera de “protegerse” pues su cuerpo ya reconoce que podría representar un riesgo para él ya que el cuerpo tiene ese sentido de “supervivencia” importante y muy útil por el mundo en el que vivimos.
EL YO
¿Quién es el yo?
La palabra “yo” puede referirse a muchas cosas, una persona, una pertenencia, un objeto…, pero en realidad ¿Qué es eso que representa el yo? ¿Por qué yo? ¿Quién me asegura que tengo un yo?
El yo representa dos partes: una en el mundo real y otra en el pensamiento de una misma persona, estas dos partes se dividen en interioridad y corporalidad como en un plano metafísico.
La interioridad: en este plano se encuentran quizás las partes más fuertes que definen mi “yo”, la conciencia; aquí encontramos los sentimientos, el pensamiento, el carácter, la memoria, el razonamiento, nuestra perspectiva sobre la vida, sobre nosotros y sobre el entorno; porque después de todo, la personalidad de un solo individuo se forja desde su interior, tomando en cuenta sus vivencias, las personas que lo rodean y una perspectiva de su propio futuro.
La corporalidad: aquí se representan las apariencias que el individuo muestra en su entorno. Para concebir una apariencia, no se logra de la noche a la mañana, si no que toma años de búsqueda, una búsqueda que no representa encontrar un objeto determinado, más bien un viaje hacia una identidad, hacia el camino de encontrar quién se es en realidad; esta identidad se forja con la ayuda de las personas, mirando y admirando diversas apariencias, tomando partes de unas y de otras para crear un estilo propio, que guste al individuo, que se sienta con una pertenencia de sí mismo; la corporalidad es la percepción para lograr una diferencia con los demás, ese es el “yo” de la corporalidad.
El “yo” en el pensamiento a través del tiempo
A lo largo de los tiempos, ha habido pensadores que describen el yo desde su punto de vista, el principal, Descartes; con su frase “Cogito ergo sum” – Pienso luego existo (en donde “luego” significa, por tanto) el decía que el “yo” es el fundamento de la Racionalidad y el yo podía sentir, pensar, imaginar, dudar y soñar. Hume era un empirista que expresó que el “yo” es una sucesión de percepciones a lo largo del tiempo, y en este también existe un constante cambio, no una permanencia, a esto se refiere el uso de la memoria.
Existen 3 puntos de vista para tomar en cuenta la evolución de un “yo”:
Pensamiento trágico: Para los griegos existía el pensamiento de un destino; esto se refiere a que los individuos sólo mantenían un “yo propio” desde el día en que nacían, hasta que cumplían con la tarea que fue prescrita por los oráculos, podríamos definir que cada individuo ya tenia su vida marcada.
Humanismo Renacentista: Hacia el renacimiento se desarrollo el pensamiento de libertad, ésta le daba al hombre el derecho de ser arquitecto de su propio destino, el cual forjaban ellos mismos, con inteligencia, sensibilidad y superioridad y una razón consiente sobre sus actos.
Ciencia: en este tiempo contribuyen diversos pensadores, cada uno con su ideología especial:
- Copérnico, Galileo y Kepler con el Heliocentrismo.
- Darwin con la teoría de la evolución.
- Jung y Freud con la Fragmentación del yo.
Todos ellos con una pulsión inconsciente de lo que se debe y lo que no se debe tomar en cuenta para una identidad humana, también tomando en cuenta su libido personal.
El yo no es una parte de nosotros, somos nosotros mismos, la identidad que formamos a lo largo de nuestra vida, el individuo que llegamos a ser, ayudados por todo en nuestro entorno
Para poder entender lo que somos citaré algunos pensadores importantes:
Quisiera ser lo que era, cuando quería ser lo que soy.
Gonga
Sabemos lo que somos, pero ignoramos lo que podríamos ser.
William Shakespeare
Todo el mundo piensa en cambiar a la humanidad, pero nadie piensa en cambiarse a sí mismo.
León Tolstoi
Yo soy yo y mi circunstancia: y si no la salvo a ella no me salvo a mí mismo.
José Ortega y Gasset
Encuéntrate y sé tú mismo; recuerda que no hay nadie como tú.
Dale Carnegie
Esto es lo que soy, yo soy mi yo y yo mismo forjo mi camino.
Ricardo González Núñez
Alumno del 3er. Semestre de bachillerato
enero de 2012
YO ADENTRO, YO AFUERA
A lo largo de nuestras vidas nos han o nos hemos preguntado “¿Quién soy yo?” y terminamos con la típica respuesta de “Soy (y decimos nuestros nombres)” Eso pensaríamos pero, en este mundo existen miles de personas con nuestro mismos nombres. Ahora bien, decimos que somos diferentes a los demás, pero en realidad contamos con la mayoría de las capacidades de las demás personas, tenemos ojos, nariz, boca, cerebro, venas y todos esos órganos que hacen que nuestro cuerpo funcione. Y es aquí cuando regresamos a la misma pregunta “Entonces ¿Quién soy yo?”. Intentamos de nuevo respondernos: Soy una persona con muchas ideas diferentes. Y quién nos asegura que en otro lado del universo no exista otra persona con nuestro mismo nombre, el mismo físico y nuestras mismas ideas. Es un poco extraño pensar de esta manera pero es hasta posible que a través de la historia, haya existido una persona igual a nosotros.
Quizás estemos viviendo en un sueño del sueño de alguien, o sólo de un sueño. Somos lo que alguien más quiso que fuéramos por lo tanto somos su pequeña creación, y todo a nuestro alrededor sea producto de su sueño. Tal vez sea un monstruo o algún ser fantástico, o quizás sea alguien de nuestra semejanza que algún día despertará y de la nada desaparecerá y quedemos en su recuerdo. Pero, así como dice Savater en su libro “Las preguntas de la Vida”, podemos ser producto de un extraterrestre que nos ha creado hace cinco minutos y nos puso recuerdos para poder interpretarlos a lo largo de nuestra vida. Y ¿quién nos dice lo contrario? Todo puede ser posible.
Dicen que existe algo en nuestro ser llamada “alma”, y esta es la esencia de nuestro ser, lo que nos hace diferentes. Sí, quizá sea cierto que exista, que todos tengamos una alma pero en ¿dónde se encuentra? ¿En qué parte de nuestro cuerpo esta? ¿Cómo es? En términos religiosos, nuestra alma debe de estar purificada para poder subir al cielo. Si es así, ¿cómo podemos purificarla si ni siquiera sabemos en dónde está y qué tan purificada se encuentra? Puede que se refieran a nuestra conciencia. Pero aun así la conciencia es parte de nuestro ser, de nuestro yo. Y ¿Quién soy yo?
Podemos reflexionar acerca de la frase de Descartes “Cogito, ergo sum: pienso, luego existo”. Al decir “existir” podemos crear una serie de significados. Al pensar que existir es un verbo, en lo personal, se me complica conjugarlo puesto que no he existido, ya que siempre existí, desde que nací existo. Tampoco puedo decir existiré, porque quizás mañana muera y ya no exista. Pero cuando muera ¿cómo podré decir que existo? Sin embargo siempre estoy existiendo. Pero qué tal si nosotros somos los creadores de nuestro alrededor, somos los que pensamos, por lo tanto si pensamos en una mesa o la sala de nuestra casa, ahí estará porque afirmamos que está ahí.
Y ¿qué pasa cuando llegamos al final de nuestro yo? La vida es una transición maravillosa para que al final no continuemos, en mi punto de vista, tendría que haber algo más que haga importante ese término de vida en este planeta para poder continuar en otro. En muchos lugares y a través de la historia, las personas han pensado que continuamos existiendo en otro lugar, otra dimensión. Pero nadie sabe que puede haber más allá porque no hemos regresado para contarlo. Este ya es otro tema que hemos visto anteriormente, “La muerte”. Tiene que ver con nuestro yo, ya que no sabemos qué nos pasa cuando nuestra vida termina. En el planeta Tierra sabemos que no enterrarán o que nos quemaran hasta hacernos cenizas y así terminar en una caja. Pero ¿Qué pasa con nuestra “alma”?
Cómo ya había mencionado al inicio de este ensayo, es posible que seamos un ser que ya existió hace mucho tiempo y vuelve a la vida. Existen muchas teorías acerca de este caso así como tener siete vidas y que tus vidas pasadas hayan sido animales o personas importantes que te han dejado algún talento. Es tanta la fama que han hecho películas con estas situaciones, como “Defending your life”. Es posible que también hayamos sido alguna otra persona. Por ejemplo que en mi vida pasada haya sido una campeona de natación y que en esta vida soporte mucho tiempo bajo el agua.
También podemos reflexionar con el “res congitans” que es cosa que piensa. Pues Descartes opinaba que algo que pensaba, en lo que pensaba se haría realidad. Podemos basarnos de esta idea, así como ya mencioné en el “pienso, luego existo”.
Puede que seamos, como ya lo dije, producto de un sueño o creación extraterrestre. Puede que todo lo que está a nuestro alrededor lo hemos creado porque lo pensamos y existimos porque pensamos. Entonces, ¿Quiénes somos? ¿Quién soy yo? Soy un ser con ideas pensamientos que pueden transformar el mundo que lo rodea. Soy un ser que siente emociones y proyecta sensaciones. Soy un ser humano que no puede estar solo, quien necesita interrelacionar y convivir con sus iguales. Soy simplemente materia que transita por esta vida.
Rocío Guadalupe Guerrero Ruiz
Alumna del 3er. Semestre de bachillerato
enero de 2012
YO ADENTRO, YO AFUERA
Sinceramente este capítulo del libro ("Las preguntas de la vida", de Fernando Savater) fue el que más me ha interesado de todos, claro los que hemos leído. Es el que más ha llamado mi atención.
Al parecer es porque no muy seguido la gente se pone a penar a fondo su origen o quiénes son. Es algo que pasa por la mente en un microsegundo y te hace dudar por varios segundos pero en minutos este desaparece. Quizá porqué al hombre no le gusta sentirse perdido o simplemente no conocer su identidad. Pero hay algo que uno mismo puede reconocer y está consciente de ello: el yo.
Pero antes pongámonos a pensar... es acaso que nosotros sólo existimos porque sí. Porque nuestra madre nos procreó, así como a ella de igual manera, y es gracias a ella que estamos aquí. Pero pensando más a fondo comienzan las dudas o suposiciones como es que la primera persona que procreó a otro existió. ¿Surgió de la nada? ¿Fue creada por algún ser maligno o bueno?
La forma de vida también es cuestionada varias veces ¿Por qué dormimos cuando está la luna si es hermosa? ¿Por qué vivimos cuando el sol está a todo su ardor? ¿Por qué vivir en una casa y no en otro lugar cualquiera? ¿Por qué tener nombres y no simplemente algún otro código? ¿Por qué el lenguaje que utilizamos debe ser éste o simplemente porqué se le da un sentido a las palabras? ¿Cómo se origina una palabra? Y así seguir cuestionándonos cada vez más profundo sobre las cosas, tan simples como tan grandes y abstractas.
Pueden sonar tontas estas preguntas pero no puedes negar que muchas veces lo has pensado y es ahí cuando estás ansioso por conocer el origen de todo lo que existe y el porqué de esto. Pero no puedes encontrar la respuesta correcta por no tener los fundamentos claros dado que lo que tu mente hace son suposiciones.
Al cuestionar la forma de vida estas implicándote a ti, a tu “yo”. Dado que la persona que ves eres tú mismo en otra percepción de la vida. Es que acaso uno no se da cuenta de que ahí has descubierto tu propio yo. Un yo del cual está dentro de nosotros pero que ignoramos en ciertos momentos, momentos en los cuales sólo nos preocupamos por los problemas que tenemos con los demás y que cuando se trata de uno mismo la depresión es lo primero que surge.
La idea de Descartes me gusta, al utilizar el término “alma” captó mi atención y no sólo porque yo me llame así, sino porque es otro término difícil de definir, igualmente que el yo. Mucha gente quizás esto del alma lo ve de una manera religiosa y que implica a la iglesia o alguna religión... cosa que siento yo no es precisamente eso. El término que yo usaría es “espiritual” aunque seguramente aún hay gente que le viene a la mente la religión.
La espiritualidad es como uno ve la forma de encontrar una cierta definición a la esperanza, la fuerza interior, paz y/o alivio dentro de la vida. Muchas personas encuentran espiritualidad a través de la religión. Otras la encuentran a través de la música, el arte o de una conexión con la naturaleza. Otros la encuentran en sus valores y principios.
Pero un yo no siempre debe ser de la manera emocional sino también de tener la conciencia física de lo que soy. De mi existencia y de las acciones que realizo fuera de lo emocional que me ayudan a mi desarrollo. Como las acciones que cada vez te llevan más allá de aquellos sueños que uno tiene planeado realizar.
En conclusión el yo es el concebirse a uno mismo. Su esencia y tener conciencia de lo que somos y a qué venimos. Pero es más importante saber que existimos, poder decir “Respiro y como, estoy vivo”. Esa es la clave.
Al parecer es porque no muy seguido la gente se pone a penar a fondo su origen o quiénes son. Es algo que pasa por la mente en un microsegundo y te hace dudar por varios segundos pero en minutos este desaparece. Quizá porqué al hombre no le gusta sentirse perdido o simplemente no conocer su identidad. Pero hay algo que uno mismo puede reconocer y está consciente de ello: el yo.
Pero antes pongámonos a pensar... es acaso que nosotros sólo existimos porque sí. Porque nuestra madre nos procreó, así como a ella de igual manera, y es gracias a ella que estamos aquí. Pero pensando más a fondo comienzan las dudas o suposiciones como es que la primera persona que procreó a otro existió. ¿Surgió de la nada? ¿Fue creada por algún ser maligno o bueno?
La forma de vida también es cuestionada varias veces ¿Por qué dormimos cuando está la luna si es hermosa? ¿Por qué vivimos cuando el sol está a todo su ardor? ¿Por qué vivir en una casa y no en otro lugar cualquiera? ¿Por qué tener nombres y no simplemente algún otro código? ¿Por qué el lenguaje que utilizamos debe ser éste o simplemente porqué se le da un sentido a las palabras? ¿Cómo se origina una palabra? Y así seguir cuestionándonos cada vez más profundo sobre las cosas, tan simples como tan grandes y abstractas.
Pueden sonar tontas estas preguntas pero no puedes negar que muchas veces lo has pensado y es ahí cuando estás ansioso por conocer el origen de todo lo que existe y el porqué de esto. Pero no puedes encontrar la respuesta correcta por no tener los fundamentos claros dado que lo que tu mente hace son suposiciones.
Al cuestionar la forma de vida estas implicándote a ti, a tu “yo”. Dado que la persona que ves eres tú mismo en otra percepción de la vida. Es que acaso uno no se da cuenta de que ahí has descubierto tu propio yo. Un yo del cual está dentro de nosotros pero que ignoramos en ciertos momentos, momentos en los cuales sólo nos preocupamos por los problemas que tenemos con los demás y que cuando se trata de uno mismo la depresión es lo primero que surge.
La idea de Descartes me gusta, al utilizar el término “alma” captó mi atención y no sólo porque yo me llame así, sino porque es otro término difícil de definir, igualmente que el yo. Mucha gente quizás esto del alma lo ve de una manera religiosa y que implica a la iglesia o alguna religión... cosa que siento yo no es precisamente eso. El término que yo usaría es “espiritual” aunque seguramente aún hay gente que le viene a la mente la religión.
La espiritualidad es como uno ve la forma de encontrar una cierta definición a la esperanza, la fuerza interior, paz y/o alivio dentro de la vida. Muchas personas encuentran espiritualidad a través de la religión. Otras la encuentran a través de la música, el arte o de una conexión con la naturaleza. Otros la encuentran en sus valores y principios.
Pero un yo no siempre debe ser de la manera emocional sino también de tener la conciencia física de lo que soy. De mi existencia y de las acciones que realizo fuera de lo emocional que me ayudan a mi desarrollo. Como las acciones que cada vez te llevan más allá de aquellos sueños que uno tiene planeado realizar.
En conclusión el yo es el concebirse a uno mismo. Su esencia y tener conciencia de lo que somos y a qué venimos. Pero es más importante saber que existimos, poder decir “Respiro y como, estoy vivo”. Esa es la clave.
Alma Teresa López Gómez
Alumna del 3er. Semestre de bachillerato
enero de 2012EL YO Y LA RAZÓN
El yo puede ser visualizado por algunas personas como el alma o conciencia de la persona pero desde mi punto de vista el yo también conforma nuestro cuerpo y las relaciones que tenemos con el exterior como convivencia con otras personas, gustos, espacios en donde nos encontremos, etc.
No podemos encontrar un “yo” igual a otro, quizá sí parecido pero no igual ya que cada persona de acuerdo a factores como: educación, mundo en el que se desarrolla, personas con las que convive día a día, país (cultura), o experiencias va formando criterios propios sobre las cosas, estos pueden cambiar a lo largo de tiempo pero la mayoría de las veces conservan su “estructura” y/o “toque personal “de cada persona.
El yo es una existencia cuestionada, ya que muchas personas creen que no existe y que solo es creación de nuestra imaginación, pero si no fuera existente ¿porqué cada persona piensa diferente? ¿Porqué no hay dos o más personas con ideas y/o cuerpos iguales?
Cuando somos pequeños nos educan de acuerdo a las creencias, pensamientos y costumbres de nuestros padres por lo que se podría decir que somos producto de otro “yo” pero conforme vamos creciendo y desarrollando nuestros propios criterios se va “creando” el verdadero yo, que ya (en cierta parte) no es una copia de otro yo (nuestros padres) sino que es un creación individual y en este punto se podría creer que ya es un autentico “yo”.
En una sociedad puedes ser distinguido entre las miles de personas del mundo por ciertas características que son “propias” (físico, pensamientos, etc.) y que forman como conjunto el yo.
El yo puede tener varias “versiones” como por ejemplo en los momentos en que tenemos ciertos pensamientos o criterios y lo expresamos de otra forma, quizá por miedo o por alguna otra razón pero el yo puede tener diferentes variantes, por ejemplo, nos comportamos de diferente manera en la escuela, con nuestros padres, amigos, etc. O el lugar en donde nos encontremos, pero aun así no dejamos de ser la misma persona ni perdemos la esencia de nuestra personalidad.
Otro punto importante es que el yo está en constante cambio pues hay criterios, pensamientos o comportamientos que van cambiando a lo largo del tiempo. Claramente podemos apreciar que no somos” la misma persona” que hace 5 años, hemos cambiado tanto física como mentalmente ya que hemos madurado o en algunos casos pasa lo contrario, pero siempre se percibirá un gran cambio en estos aspectos que conforman al yo.
En este punto jugaría un papel muy importante la razón que es la encargada de acciones que realicemos, esa voz que nos dice cosas como por ejemplo qué está bien, qué está mal, nos informa sobre peligros, etc.
La razón de cada persona es muy diferente aunque hay personas que no la usan mucho y se dejan guiar más por lo instintivo, pero eso depende de cada persona y de los conceptos que maneje.
Esta “voz interior” también entra en contradicciones con ella misma y nos crea varios conflictos que en ocasiones son difíciles de solucionar.
Usamos la razón desde que somos pequeños, lo podemos apreciar en los niños pequeños que ante una situación de peligro que ya han vivido reaccionan de la manera de “protegerse” pues su cuerpo ya reconoce que podría representar un riesgo para él ya que el cuerpo tiene ese sentido de “supervivencia” importante y muy útil por el mundo en el que vivimos.
Miranda Yammel Macilla Luna
Alumna del 3er. Semestre de bachillerato
enero de 2012
Hemos de tomar la famosísima frase, “Pienso, luego existo”, pero ésta ha de ser tomada con el significado de: “Porque pienso existo” de modo que ya no hay algo que nos hace dudar, pero ahora bien ¿qué es lo que me hace el “yo” que yo misma percibo y que los demás pueden percibir? Cabe destacar que nunca podremos tener una sola visión del “yo” y que podemos ver al ser humano como una entidad cambiante, pues lo que nosotros percibimos como nosotros mismos, alguien más lo puede percibir totalmente diferente, e incluso nosotros mismos podemos darnos cuenta de que, muchas veces ciertas situaciones nos hacen cambiar, como si nos transformáramos, pues a todos nos ha pasado que con una persona con la cual existe mucha confianza no es nada raro que hagamos o digamos cosas que incluso son ridículas, pero cuando estamos frente a una persona que no nos inspira esa confianza somos más recatados o más tímidos, y es como si formáramos una especie de cadena porque lo que esa persona es, su “yo”, quizá no sea el “yo” con el que haya que sentirse de esa manera .
EL YO Y LA CIRCUNSTANCIA
Yo soy yo y mi circunstancia: y si no la salvo a ella no me
salvo a mi mismo.
José Ortega y Gasset
El yo. Resulta complicado el tan sólo pensar en la palabra. Se puede pensar en el yo como en “eso” que somos; pero también podemos imaginar al yo físicamente, al yo dentro de nuestras mentes e incluso al yo que percibe la sociedad; nuestro entorno. Pueden ser los tres, sólo uno, o ninguno.
En el diccionario podemos encontrar “yo”, como la forma de denominar a una persona en singular, ya sea femenino o masculino. También como el sujeto humano; eso que designa la realidad personal de quien habla o escribe. Pero sin duda la que más se acerca al yo es esta: Parte consciente del individuo, mediante la cual cada persona se hace cargo de su propia identidad y de sus relaciones con el medio. Y es que tener conciencia de nuestro ser significa reconocernos como somos en realidad, sin escrúpulos, sin la imagen que cada quien forma para mostrar ante la sociedad. El problema es qué, ¿qué tan seguido nos ponemos a reflexionar sobre nosotros mismos?, y más bien ¿qué es reflexionar sobre nosotros mismos?, tal vez es analizar nuestros pensamientos, nuestras acciones, la manera en la que nos comportamos.
Es difícil pensar realmente en nuestro yo, pues siempre somos influidos por ideas socialmente establecidas o argumentos de ese tipo, que en realidad no permiten del todo una libertad de pensamiento, hay que aprender a estar con uno mismo, el problema es que nadie nos enseña, pues no se puede. Es lo mismo si de alguna manera intentamos analizar nuestras acciones, pues generalmente esperamos la opinión de las personas que nos rodean y de acuerdo a eso formamos una idea. Y cuando, en ocasiones logramos olvidarnos de la opiniones ajenas, ahí es cuando nos acercamos un poco más a conocernos como un YO, ya que formamos nuestro propio criterio.
Pero quizá aun así, analizándonos de esta manera, aunque realmente reflexionemos sobre quien se supone que somos, creo que podríamos sólo saber lo que somos en ese momento, tal vez mañana ya no pensemos lo mismo respecto a nosotros. Es decir, ni física ni mentalmente somos los mismos en cada momento. En esencia, tal vez lo seamos, pero no sé que es la esencia realmente. Se me ocurre sólo pensar en que es algo que está dentro de nuestro cuerpo físico, algunos lo consideran como el alma, creo que más bien es eso que te hace único.
El yo es todo aquello en lo que hemos pensado, en lo que hemos reflexionado, pues de no ser así, ni siquiera notaríamos nuestra existencia.
En el diccionario podemos encontrar “yo”, como la forma de denominar a una persona en singular, ya sea femenino o masculino. También como el sujeto humano; eso que designa la realidad personal de quien habla o escribe. Pero sin duda la que más se acerca al yo es esta: Parte consciente del individuo, mediante la cual cada persona se hace cargo de su propia identidad y de sus relaciones con el medio. Y es que tener conciencia de nuestro ser significa reconocernos como somos en realidad, sin escrúpulos, sin la imagen que cada quien forma para mostrar ante la sociedad. El problema es qué, ¿qué tan seguido nos ponemos a reflexionar sobre nosotros mismos?, y más bien ¿qué es reflexionar sobre nosotros mismos?, tal vez es analizar nuestros pensamientos, nuestras acciones, la manera en la que nos comportamos.
Es difícil pensar realmente en nuestro yo, pues siempre somos influidos por ideas socialmente establecidas o argumentos de ese tipo, que en realidad no permiten del todo una libertad de pensamiento, hay que aprender a estar con uno mismo, el problema es que nadie nos enseña, pues no se puede. Es lo mismo si de alguna manera intentamos analizar nuestras acciones, pues generalmente esperamos la opinión de las personas que nos rodean y de acuerdo a eso formamos una idea. Y cuando, en ocasiones logramos olvidarnos de la opiniones ajenas, ahí es cuando nos acercamos un poco más a conocernos como un YO, ya que formamos nuestro propio criterio.
Pero quizá aun así, analizándonos de esta manera, aunque realmente reflexionemos sobre quien se supone que somos, creo que podríamos sólo saber lo que somos en ese momento, tal vez mañana ya no pensemos lo mismo respecto a nosotros. Es decir, ni física ni mentalmente somos los mismos en cada momento. En esencia, tal vez lo seamos, pero no sé que es la esencia realmente. Se me ocurre sólo pensar en que es algo que está dentro de nuestro cuerpo físico, algunos lo consideran como el alma, creo que más bien es eso que te hace único.
El yo es todo aquello en lo que hemos pensado, en lo que hemos reflexionado, pues de no ser así, ni siquiera notaríamos nuestra existencia.
Ximena Odemaris Quiñonez Arrieta
Alumna del 3er. Semestre de bachillerato
enero de 2012
YO ADENTRO, YO AFUERA
El viaje más largo
es el que se hace hacia el interior de uno mismo.
Dag Hammarskjöld.
(1905-1961)
Res cognitans fue la manera en la
cual Descartes definió el “yo” lo cual significaba cosa que piensa, pero con el
paso del tiempo las reflexiones que han surgido acerca del “yo” poco a poco han
logrado ser más profundas y abarcar más aspectos.
Lo que
más ha sido interesante dentro del tema del “yo” no ha sido el “yo” en sí, sino
la misma búsqueda de lo que es. Esta búsqueda ha ido forjando poco a poco lo
que el ser humano percibe dentro de sí, y fuera de sí pues la gran duda que
siempre se tuvo y que hasta hoy (si yo me lo pregunto me da miedo) ¿Realmente
se puede estar seguro de lo que a nuestro alrededor existe? Pues bien, esta
pregunta más de alguna vez nos la hemos hecho y es seguro dejar que nuestra
desbordante imaginación sin límites se dé a la tarea de maquilar una serie de planteamientos,
que hasta cierto punto resultan exageradas pero posibles, como la idea de que
si realmente somos nosotros quienes regimos nuestras decisiones o que hay
alguna especie de “Gran titiritero” que de alguna manera controla todo y a
todos, desde luego no es malo el hecho de tener estos pensamientos pues como
bien lo menciona Savater; Descartes decía que su escepticismo desembocaba en
algo meramente metódico pues él sólo trataba de hallar el camino más fiable
hacia la realidad.
Hemos de tomar la famosísima frase, “Pienso, luego existo”, pero ésta ha de ser tomada con el significado de: “Porque pienso existo” de modo que ya no hay algo que nos hace dudar, pero ahora bien ¿qué es lo que me hace el “yo” que yo misma percibo y que los demás pueden percibir? Cabe destacar que nunca podremos tener una sola visión del “yo” y que podemos ver al ser humano como una entidad cambiante, pues lo que nosotros percibimos como nosotros mismos, alguien más lo puede percibir totalmente diferente, e incluso nosotros mismos podemos darnos cuenta de que, muchas veces ciertas situaciones nos hacen cambiar, como si nos transformáramos, pues a todos nos ha pasado que con una persona con la cual existe mucha confianza no es nada raro que hagamos o digamos cosas que incluso son ridículas, pero cuando estamos frente a una persona que no nos inspira esa confianza somos más recatados o más tímidos, y es como si formáramos una especie de cadena porque lo que esa persona es, su “yo”, quizá no sea el “yo” con el que haya que sentirse de esa manera .
Otro
punto que el “yo” abarca es el de la posesión, ¿cómo es que nosotros podemos
llamar nuestro a nuestro cuerpo? Hay que pensar este aspecto pero desde más
atrás, desde las ideas, se dice que nosotros las personas somos individuales o
que “cada cabeza es un mundo” y pues sí, cada persona tiene su manera de
percibir, de anhelar o de conocer algo pero es como si a esa frase se le
tuviera que complementar con algo más como (“pero entre mundo y mundo existen
puentes” ) pues no se puede ser totalmente individual, no sé puede creer que
uno es como una especie de tesoro que vino al mundo para marcar una diferencia,
pues esta diferencia no puede ser marcada con la simple existencia sino que
todos, día a día tenemos una serie de acciones que no sólo nosotros podemos
percibir sino que al igual que nosotros tenemos todo un mundo del cual
percibimos sus acciones, sus cambios, sus cosas únicas, de esta misma manera
alguien más nos ve a nosotros, siendo así que podemos volver al asunto del
conocimiento, ya que diario vemos y se nos enseñan cosas, diario pasa algo
diferente ¿de qué va a depender lo que yo soy?
Es
posible considerar que lo que nos forje a nosotros como entes que poseen un
cuerpo y además algo más que nos hace únicos es la manera en la que nosotros
reaccionemos no sólo ante distintas personas sino ante distintas situaciones,
de modo que el “yo” no es más que el paso de un cuerpo con una mente que poco a
poco van tomando forma. Es como si imagináramos al “yo”, a nosotros desde que
nacemos como una bola de algún material, esa bola aunque así nosotros lo
queramos no siempre va a poder tener la misma forma, si esa bola es limpiada y
cuidada cada día al final los demás la pueden percibir como algo bonito, algo
agradable; pero si es arrojada por algún precipicio va a cambiar incluso va a
perder la forma que tenía y ya no habrá manera de recuperar su forma original,
esa justamente es la debilidad del “yo” , que si lo que lo conforma es algo
débil va a terminar perdiendo forma como la bola arrojada desde el precipicio,
en cambio si día a día nuestras acciones van forjando una bola más grande y
bien cuidada, evidentemente cambiará pero para bien.
“Primero Hacemos nuestros hábitos, luego nuestros
hábitos nos hacen a nosotros.”
Sean Covey. (Belfast, Irlanda, 1964)
Brisia Fernanda Rodríguez Arellano
Alumna del 3er. Semestre de bachillerato
enero de 2012
No hay comentarios:
Publicar un comentario