La belleza no sólo se ve. Debe ser perceptible para todos los sentidos, incluso aquellos que no conocemos. Trasciende a lo intelectual, moral y espiritual. Puede estar presente en todo de lo que estamos hechos. Es como si la palabra ‘bello’ dejara de ser adjetivo para volverse una sensación. Cada persona percibe la belleza de una forma diferente y la encuentra en cosas diferentes.
Bello es aquello que llene, que satisfaga, que excite, exalte y extasíe –si es esto de lo que la persona gusta-. Lo bello no tiene ‘pero’. Es bello de principio a fin, sin excusas ni excepciones. Esto es posible porque la belleza está lejana a la perfección. La belleza es la vida misma, llena de polos opuestos y desequilibrios temporales. Al natural.
La naturaleza es la belleza en su estado más puro, a tal grado, que nos es imposible terminar de comprenderla. El hombre que tiene belleza vive en busca del bien; por ende, posee salud y sabiduría. En mi opinión, la belleza en el hombre también es la plenitud. No todo lo que nos satisface nos hace sanos y sabios. Muchas veces es exactamente al revés, pero la sabiduría está en encontrar el equilibrio. Soy de la idea de que para tener, la mayoría de las veces tenemos que perder algo. Poco o mucho, o al menos intercambiar. Renovar. Evitamos las pérdidas a toda costa porque creemos que son fracasos. Perder es fácil y cómodo, no debe sufrirse. Está en nuestra manos lo que dejamos ir, a diferencia de lo que llega. Y el no aferrarse es parte de esa tan aclamada ‘sabiduría’. Sabiduría obtenida empíricamente, viviendo.
La conceptualización de la belleza en el arte surge a la par con las ideas de los poetas líricos. Se relaciona a la belleza física. Pero, regresando al inicio, el arte tampoco es meramente visual. El arte se escucha, se ve, se siente, se percibe. Y hay infinidad de perspectivas. La idea es que mueva o conmueva. Así encuentro yo la belleza en el arte. Tiene que venir cargado de algo, mientras más, mejor. No importa de qué. Todo excepto indiferencia, vacío. Los seres humanos somos mucho como para andar expresando a medias. Sentimos suficiente. Importa cómo me mueve, o hacia dónde, pero mientras lo logre aunque sea un poquito, me doy por bien servida. Todo sirve, tiene utilidad de alguna manera, otra característica que se buscaba en lo bello. Lo que es útil, es lo que lleva al crecimiento. En mi opinión, todo lo es. Porque todo alimenta, si así se quiere. El movimiento sigue. La evolución es progresiva y no se detiene, o si la hace, al menos no llega a involucionar. Es como el tiempo. Imposible detenerlo, imposible regresar. A todo se le puede sacar alguna utilidad, se le puede sacar jugo. También, depende de quién y cómo.
La belleza no existe sin un punto de comparación. El juicio se crea y se hace personal. También la belleza toma tiempo, la belleza exquisita y entera necesita cierto tiempo de existencia y experiencia, necesita formarse antes, añejarse poquito. Aunque para los poetas líricos, la belleza estaba en la juventud. Es un poco irónico, porque dos condiciones eran la salud y la sabiduría. La juventud va desgastando la salud y llenándose de sabiduría. No encontraremos absolutos, pero estamos cerca. Dándonos empujoncitos unos a otros.
Mónica Aguilar Ávila
5ºA Específico de Danza
CEDART Ignacio Mariano de Las Casas
Querétaro
Octubre de 2013