LA MUERTE


Reflexiones de alumnos de 3er. semestre de la clase de Filosofía del año escolar agosto 2011-julio 2012:



“Me resulta realmente complicado creer en algo inmaterial, celestial, mágico que vivirá eternamente cuando a lo largo de mi vida he observado que todo es un ciclo que en cualquier momento culminará reduciéndose a una pequeñísima parte de lo que era o dando paso para que surja algo nuevo, por eso creo que el término de la vida de un individuo es, como lo será cuando me ocurra a mí, el final, no hay nada más: ni un cielo, ni un infierno, ni un renacimiento, ni nada.

Cuando pienso en esto aprecio de verdad el sentido de la vida, la importancia que tiene hacer, sentir, disfrutar y explorar mientras podamos porque cuando la vida termina terminan con ella todas las posibilidades que tendríamos para tener un nuevo sentimiento, conocer algún lugar y la infinidad de cosas que se deseen hacer.

A mí, al igual que a muchos de nosotros, me aterra la idea de morir pero para aceptar que mi vida va a terminar en algunas décadas me basta con saber que  en el momento que llegue mi muerte ya nada importa más y todo lo que hice, lo que dejé de hacer, las personas que me rodearon, las cosas que me gustan, mis pensamientos, mis sentimientos se tornan inútiles, insignificantes e insípidos pues ya habré vivido y por lo tanto  mientras estamos recorriendo este camino que nos llevará a todos a un mismo destino carece de sentido agobiarnos y preocuparnos por el momento en que nuestro corazón dejará de latir. Preocupémonos por la vida, no por la muerte.


Omar Rodríguez Martínez
Alumno del 3er. Semestre de bachillerato
noviembre de 2011



“La muerte es necesaria para nosotros, gracias a esto es que nos forjamos ideales, y nuestra vida puede tomar un curso, ¡la vida plena es posible gracias a que sabemos que en algún momento llegara la muerte!, que por supuesto no sabemos cuándo va a ser, ni podemos evitarla. Tal vez pensemos en algún momento que estamos escapando de la muerte, o aplazando nuestro lapso de vida, pero nunca podremos decir que gozamos de inmortalidad.  Si no muriéramos, significaría que nunca estuvimos vivos.

La muerte es necesaria e irrevocable, y algo curioso es que es solitaria. En torno a ella hacemos las cosas porque sabemos que vamos a morir, y nos da miedo el sufrimiento y la angustia. Todo en conjunto nos da las razones para ejercer una vida plena.

Montserrat Reséndiz Hernández
Alumna del 3er. Semestre de bachillerato
noviembre de 2011


Creo que hay tres factores que están muy relacionados con la muerte y es cómo hemos vivido nuestra vida, cómo la vivimos y cómo la viviremos. Hasta ahora he pensado en un por qué de mi existencia y he sacado una simple, pero creo que buena, conclusión… SER FELIZ. Así de sencillo es mi objetivo de vida, porque independiente de pensar y pensar en el porqué de mi existencia, ser feliz abarca no sólo la satisfacción personal, sino también en el poder de ayudar a tu prójimo.


Ya sé que la felicidad es un poco relativa y que para todos es diferente, pero lo que busco es poder sentirme bien conmigo misma al  no arrepentirme de mi pasado (como el famoso “y si hubiera…”) y equivocarme tal vez, pero después sobreponerme y lograr todas mis metas.

Annette Marlene Palomares Torres
3º B, noviembre de 2011

La muerte… ¿Y qué es la muerte? La muerte es el momento de verdadera soledad, momento inevitable en el que solo quedamos nosotros ante nuestra propia muerte, no hay nadie que nos puede acompañar hasta ahí. Es el momento en que afrontamos de verdad lo que fue nuestra vida.

Me gusta la idea de pensar que entre la vida y la muerte hay un pequeño momento para recapitular y decir: ¿Hice en esta vida, mi única vida como Fernanda Acosta lo que debía hacer? Es aún más soñadora la idea de pensar que si la respuesta fuera NO, tendría otra oportunidad para lograr ser en vida lo que quise… Tal vez no como Yo, no al menos el Yo que conozco. Una reencarnación que nos permitiera cumplir nuestro objetivo.

Lo que está claro es que ni en mil vidas volveremos a ser este Yo, él que se encuentra en este momento con vida. Nunca volver a ser lo que soy es el pensamiento más aterrador que me puede venir a la mente.
Es por ello que todos tenemos (o deberíamos tener) un gran respeto por la muerte, y darle a esta el valor que debemos. Solo así podemos valorar la vida. Sin muerte la vida simplemente no existiría.

En estos tiempos grises por los que está pasando la humanidad hemos llegado a deshumanizarnos tanto que la muerte ha quedado en un plano lejano. 35 cuerpos aquí, 50 muertos allá, 10 000 víctimas de la guerra por allá. ¿Qué nos importa eso si nosotros seguimos vivos? Vaya que nos debería de importar, la muerte de los nuestros no es más que un perpetuo recordatorio de nuestra propia muerte. Si de verdad apreciáramos nuestra vida, apreciaríamos la vida de los otros porque todos somos igualmente mortales.
Erróneamente e inconscientemente hemos llegado a creernos inmortales, a creer que la muerte es algo tan lejano que no nos alcanzará nunca.

Es muy evidente que este pensamiento es de tiempos contemporáneos. Podemos verlo claramente en nuestra tradición mexicana. Ellos celebraban y adoraban a la muerte, no con afán de querer burlarla sino dándole el lugar que merecía. Al respetar la muerte estaban dándole un verdadero valor a su propia vida, única e irrepetible.

Tal vez hemos banalizado la muerte porque nunca hemos estado cerca de ella. Claro, hemos estado cerca de la muerte de un ser querido pero nunca cerca de nuestra propia muerte. Como experiencia propia puedo decir que he estado a lado de alguien que a causa de una enfermedad sintió la muerte más cerca de lo que la mayoría de nosotros la ha sentido (claro que no se compara con el hecho de vivirlo en carne propia). Al ser tan joven y sentir la muerte tan cerca pudo darse cuenta de que la vida vale más que nada en este mundo. Se aferró a su vida y alejo a lo más aterrador que existe. Sinceramente es una de las personas más valientes que conozco al soportar que análisis y doctores le dieran advertencias sobre su propia muerte por meses. Estoy segura de que ahora valora la vida de una manera en que ni tú ni yo haremos hasta pasar por algo similar.

Puedo parecer reiterativa pero esto es la base de todo: debemos aceptar nuestra muerte como algo inminente y darle la importancia que amerita, sólo así podremos comprender el verdadero valor de la vida.

Finalmente sólo hay una manera de obtener “la inmortalidad”. Debemos de pensar que es lo que queremos dejar de nosotros cuando ya no estemos. Qué impresión queremos dejar de nosotros en el mundo, ya sea buena o mala. Puedo decir con certeza que la humanidad no olvidara (o al menos en mucho tiempo) a personajes como Gandhi o Hitler. ¿Qué huella queremos dejar en este mundo? Y no lo digo a gran escala, sólo con pensar en que impresión queremos dejar en cada persona que pasa por nuestra vida, eso es lo único que quedará de nosotros después de nuestra muerte.
 

 Ma. Fernanda Acosta Fragoso
3º B, noviembre de 2011





Si no supiésemos que vamos a morir, ¿para qué haríamos las cosas?, ¿cuál sería el sentido de hacerlas? Si así, en ocasiones, sabientes de nuestra inminente muerte pensamos para qué hacer las cosas o, por qué hacerlas en determinado momento, en lugar de dejarlas para luego. Si no existiese para nosotros la muerte, bueno, el mundo estaría dominado por una infinita postergación e indiferencia.

Ximena Odemaris Quiñonez Arrieta
3º A, noviembre de 2011




La muerte nos acompaña, nos persigue, nos obsesiona. Es nuestra eterna compañera. No podemos escapar a ella y no sólo porque nos llegará el momento, sino por todas las personas que vemos morir cada día y también, con toda posibilidad, las que mueren para que nosotros vivamos mejor.

Normalmente no pensamos en ella, hasta que ya es demasiado tarde. Esta es la idea que quiero transmitir; que no sólo hay que aceptarla y asumirla, sino vivir con ella y tenerla siempre presente. Mucho se ha escrito y muchos tópicos se han creado en torno a ella. Cosas como que hay que vivir la vida como si fuera nuestro último día, porque no sabemos lo que nos puede pasar. Pero creo que hay algo que nos afecta más que la propia muerte y es la de nuestros seres más queridos. Mediante el simple argumento de “si te pasara algo no me lo perdonaría nunca”. Parece una estupidez, pero visualizar que puedes perder a alguien muy querido, habiéndote separado por cuestiones de mero orgullo o independencia, te hace sentirte estúpido y te quita el mal trago (o el trauma) de vivirlo de forma directa.


La muerte es necesaria para recordarnos todas las cosas importantes que tenemos en nuestras vidas y recordar que puede llegar a cada momento, nos hace mucho más fácil perdonar, olvidar, darnos cuenta de las estupideces que nos obsesionan y nos hacen desperdiciar nuestras vidas, pero especialmente nos recuerda su presencia, lo tremendamente importantes que son determinadas personas para nosotros y como creemos que no podríamos vivir sin ellas.

Cada día que vivimos algo muere en nosotros. Vamos perdiendo progresivamente la fe ciega en muchas cosas. Mueren las amistades, mueren los amores, mueren las esperanzas y mueren los deseos. Mueren millones de cosas, cada día, poco a poco y muchas veces de forma imperceptible. De algún modo todas esas muertes nos transforman, nos vuelven más indiferentes, más cínicos ante todo.


Esa muerte puede crear personas amargadas que ya no creen en nada y a quienes todo da igual.


Pero existe la superación de uno mismo mediante la muerte…
 

Uno mira atrás y piensa en todo lo que se ha perdido, a pesar de que renunció a ello por alguna razón en concreto y no sólo por la mera inercia. En cierto sentido parece haber muerto algo, parecen haber muerto muchas cosas. Ya no se ve la amistad como se veía antes, ni los sueños de futuro que muchas veces parecen truncarse, ni las esperanzas de encontrar el amor verdadero, viendo todas las relaciones hipócritas que se pueden ver condenadas al fracaso aunque luego duren años por mera inercia.

Las mil frustraciones que se van acumulando con el paso de los años, que se quedan clavadas en el corazón pensando que la vida es un asco y que nada vale la pena.


Yo mismo pienso muchas veces que ya no me importa morir, puesto que ya he creído vivirlo todo. La amistad, el amor, las emociones fuertes, muchas personas conocidas, y otras muchas anécdotas vividas. A veces parece que ya no hay mucho más por ver o por vivir, que todo lo pasado fue mejor, quizás porque éramos de espíritu más abierto y todo nos parecía divertido y bonito.


Obviamente cuando se han vivido ciertas cosas, ya no se puede tener una visión infantil e ingenua de ellas. Por mucho que se pretenda no se puede ser siempre un niño. Es una etapa de la vida como cualquier otra. Poco a poco nuestras obligaciones y frustraciones nos van amargando, hacen que muramos lentamente.

No es la búsqueda de la martirología lo que dignifica, sino la superación de ese obstáculo, de esa muerte interior, que sufrimos a cada paso que damos. De Saint-Exupery hacía mucho hincapié en este concepto en “Vuelo nocturno”. Lo que hacía hombres a los protagonistas es seguir intentándolo a pesar de que con sus actos podían morir seres queridos. En cierto sentido es algo horrible lo que acabo de escribir, pero la idea esencial, es que sólo se alcanza la plenitud como persona, consiguiendo superar ese tipo de obstáculos. No siendo indiferentes a la muerte de otros o la que se produce dentro de nosotros, sino asumiéndola y seguir actuando según nuestros principios a pesar de ella.

Quien se cree un mundo imaginario a su alrededor, sin tener presente la muerte como algo esencial en nuestras vidas, jamás alcanzará la plenitud como persona y su felicidad será tan inestable como ficticia.


Arturo Puebla Velarde
3º A, noviembre de 2011





La muerte se hace presente en medio de la vida del hombre. El hombre no sólo es un ser que en un futuro morirá, sino que, ya en esta vida, está muriendo, y lo sabe. Percibe la muerte como fin de su vida terrena, como la ruina de la existencia corporal, como una ruptura —por lo que se puede ver— de las relaciones que le unen con los demás hombres, consigo mismo, con sus proyectos y aspiraciones.


Diego Herrera Bustamante
3º A, noviembre de 2011




 
Los muertos siempre estarán presentes, aunque sea en… ¿en donde se guardaran los recuerdos?, ¿en el corazón?, ¿en la memoria? En fin en donde estén presentes, siempre se tendrá algún sentimiento para ellos, por ejemplo: un asesino y violador que, en un lapso de seis años, violó cerca de veinticinco mujeres, entre los diez y los veinte años, y que después de ser enjuiciado le dieron setenta años de cárcel, además que el ya tenia cuarenta años, prácticamente cadena perpetua, pero ya adentro como es común, dicen muchas personas, los mismos reos violan a este señor y lo golpean hasta matarlo. He aquí un encuentro de sentimientos, por un lado las familias de las mujeres que fueron abusadas, y por otro la familia del violador que saben cómo murió. Las familias se sentirían ¿contentas por la manera en que él murió? o ¿continuarían tratando de llenar el vacío que dejo su familiar, sin importarle como continúe su agresor? Por otro lado está la familia del agresor que sabiendo lo que hizo no se le deja de tener ese cariño, mucho menos las madres, que lo que sea que sus hijos hagan muy en el fondo los continúan queriendo, ya que ellas son quienes los tuvieron en el vientre y también son con quien tienen el lazo mas estrecho. ¿El dolor de la madre del agresor será igual que el de la madre de la mujer abusada? Nunca se sabrá.

 Juan Eduardo Gutiérrez Arroyo
3º A, noviembre de 2011



Al principio de nuestra existencia también nace con nosotros una muerte, nuestra muerte… única y no pasable. Cuando llega nuestra hora, ella que siempre está a nuestro lado nos saca del mundo terrenal y desaparece con nosotros.
Por eso me atrevo a decir que la muerte es quien mejor me conoce, es mi contraparte, come lo mismo que yo, ve, lee, juega lo mismo. Y todos tenemos a esta acosadora incesante, de la cual no podremos librarnos ni burlarnos. 
 Alba González Leal
3º A, noviembre de 2011


Reflexiones de alumnos de 3er. semestre de la clase de Filosofía del año escolar agosto 2010-julio 2011:





La muerte… la muerte… intangible, incomprensible, irremediable, irreversible, inexplicable, inexorable, inevitable.


La muerte nos aterra, nos intimida, nos susurra al oído a cada paso que damos lo débiles que somos, lo frágil que puede ser estar vivo; nos señala con el dedo índice firme que tan corto es el trayecto luego inexplicablemente en algún momento, sea tarde o temprano, nos toma de la mano y… ¿después qué? nos deja ciegos, nos inmoviliza, nos abraza y pone fin a nuestro sufrir físico por un momento mientras nuestra mente sabe que se apaga, que se muere y que no volverá nunca más. La muerte nos desconecta, nos divide, disgrega nuestro ser. Luego lenta o rápidamente dejamos de vivir (aunque el no estar vivos no significa no existir), dejamos de ser humanos y nuestro cuerpo queda inerte y vacío de memoria. La muerte no desaparece nuestro cuerpo en su totalidad por muy brutalmente que haya sido dañado. Pero la mente, de ella no queda nada.

Tantas veces me he preguntado qué será morir, realmente qué se sentirá saber que te mueres y sobre todo qué pasa después. La nada, el vacío, es tal vez el concepto más obscuro e incluso aterrador que nos podemos plantear ¿Qué si morimos? Nada. La nada es lo que hace a la muerte tan temida y polémica. Ese vacío inconcebible es la razón del miedo a la muerte por parte de muchos. Ciertas religiones intentan darnos una respuesta con respecto a la muerte un poco más alentadora donde ella es sólo una transición hacia un mejor estado si es que cumpliste con los “requisitos” solicitados en esta vida, de lo contrario estarás condenado eternamente. A donde sea que supuestamente vayas podrás  estar, pero nunca vivir. Vivir como nosotros tal vez nunca después de la muerte. Porque vivir no es eternidad. La vida nos prepara giros, vaivenes, caídas y resbalones, subidas, bajadas, metas, felicidad efímera y descensos nuevamente. La vida sea por destino o por azar es y será siempre una sorpresa para nosotros los mortales. La vida nos representa una serie de eventos únicos e irrepetibles; la muerte es lo que nos hace reflexionar a cerca de la vida, la muerte curiosamente es quien da sentido a la vida. Vivimos porque moriremos.

¿Qué es lo que vincula la vida con la muerte? Todo ser vivo, sea cual sea, por el simple hecho de estar vivo se hace acreedor a un vale por una muerte. Curiosamente, de manera aparente, no todos los seres vivos están conscientes de la muerte, de su propia muerte. Tal vez el ser humanos, eso que tanto nos plantean como concepto de “humano” se remonta al ser consciente, no tan solo de su propia muerte si no del mundo, de la vida misma. El poseer mente, razonamiento. Los humanos somos tan complejos (no superiores) con respecto a otros seres por tener capacidad de pensar, eso es lo que verdaderamente nos hace más difíciles de entender y a la vez más terribles. La mente es lo que nos hace únicos. Los animales aparentemente actúan por instinto, por naturaleza; pero la naturaleza es sabia pues siempre sabe qué hacer, cuándo actuar y por qué. Ella representa un orden básico para la armonía. Los humanos no actuamos por instinto. Por tanto, sorprendentemente  los humanos no actuamos por naturaleza sino que tenemos la capacidad de decisión. Pero esa capacidad nos hace actuar en contra incluso de nosotros mismos, de lo que naturalmente esta determinado ¿Somos entonces nosotros el causante del caos? La perfección es inexistente, eso es un hecho. La armonía tenía que ser corrompida por alguien, ese alguien somos nosotros pues el dilema y el conflicto es lo que da sentido a todo esto. ¿Qué sería de la vida misma si todo fuera perfecto y no cambiante? Y de la misma forma ¿Qué sería de la vida si solo existiera el caos? Y esto nos lleva a la pregunta ¿Que seria de la vida sin la muerte? El equilibrio… he ahí la razón. Es por eso que morir es necesario para el equilibrio. Vida y su contraparte, la muerte.

Verdaderamente nada tiene sentido, por muy nihilista que suene. La vida es la razón de la muerte y la muerte la razón de la vida. Caemos en un ciclo interminable donde no sabemos cuál es el verdadero principio; si la vida que justifica la muerte o la muerte es el fin de la vida. ¿Morir es el fin o un fin? Nadie sabe, solo los muertos saben qué es morir, pero ya no son testigos. Entre tanto sigamos aquí, vivos, sabiendo que moriremos en cualquier momento. La incertidumbre… es lo maravilloso de la vida.


Karla Ortega Rivera
3B bachillerato
Noviembre de 2010






La muerte…


Algunos la maldicen o le tienen miedo, otros la desean y la buscan, y  hay quien no le toma importancia; pero algo es seguro: es de las pocas cosas de las que tenemos conocimiento, todo tiene un principio y un final. Todo es un ciclo, algo muere y algo nace a cada momento. Lo sabemos muy bien desde pequeños, pero lo que no sabemos es cuándo sucederá.

Algunas personas pueden creer que la muerte llegará cuando la vejez los alcance, pero la verdad es que puede ocurrir cuando sea, simplemente el hecho de estar en algún lugar en el momento equivocado puede significar nuestro fin.

La vida es muy frágil, cualquier cosa puede significar la muerte de alguien, puede ser una enfermedad, un asalto, hasta el piquete de un insecto.

La tecnología y la ciencia han avanzado mucho en todos estos años, han ayudado a retrasar la muerte algunos años, pero lo más probable es que nunca lleguemos a saber qué pasa después de la muerte, tal vez más que nada porque todos tenemos un punto de vista muy distinto de los demás sobre la muerte y lo que creemos que pasará, y no respetan algo que sea diferente a lo que piensan.

Algunas veces pienso “tal vez me muera hoy o mañana”, y trato de imaginar que pasaría después, o si hay algún “después”. Qué cosas no habría experimentado y las cosas que he pasado.

Siempre me he preguntado ¿Por qué nos entristece la muerte de alguien?, siempre me pone triste saber que alguien murió, aun en una película o algún libro y lloro por empatía a las personas cercanas al difunto. Porque la verdad es que, aunque suene cruel, nos ponemos tristes por egoísmo o, mejor dicho, lloramos por nosotros mismos.

Cuando alguien se muere, lo primero que pensamos es en que no volveremos a ver, sentir o escuchar a esa persona y en cuánto la vamos a extrañar, pero en sí, no lloramos por que la muerte sea dolorosa o por lo que pasará con la persona.

Hace tiempo una tía perdió a su mamá y nos comentó que no lloró y que sus hermanos se molestaron por eso. Pero ella nos dijo que no tenía por qué llorar, el no estar triste no significaba que no hubiera querido a su mamá. Pasó todo el tiempo que pudo con ella, la quiso mucho y la disfruto mientras pudo, pero era algo inevitable que a todos nos pasará y la extrañara y recordará, pero puede continuar su vida gracias a todo lo que ella le enseño y estará bien sin ella.

La muerte siempre estará presente en nuestras vidas, es algo que tenemos que aceptar y vivir cada día al máximo porque nunca sabes si será el último.


Leticia Michelle Pérez Lete Silva
3B bachillerato
10 de noviembre de 2010








¿Muerte? ¿Dónde? Te equivocaste de persona.

Hace unos días sin esperarlo me absorbió más que nunca la duda sobre la muerte y todo lo que tiene que ver con ella, lo preocupante fue que no fue sobre mi muerte; mi muerte nunca me ha preocupado —sé que es lo único seguro que tengo— lo que me quitó el sueño fue la rara idea de visualizar la muerte de uno de mis mejores amigos.

El sábado por la noche tuve la mala fortuna de escuchar a una de las personas más importantes en mi vida hablar de sus ganas de morir; comenzó por decirme que estaba harto. ¿De qué? No tengo las más remota idea (me temo que no recuerdo mucho de lo que me dijo o quizás no quiero recordar, no es que no me interese sólo que no, aún no entiendo). Durante las 4 o 6 horas que charlamos con cada palabra me clavaba más esta duda ¿Qué nos hace querer la muerte antes de tiempo? ¿Qué pasó? que ya no disfrutas del simple hecho de reír, respirar, soñar,… me siento indignada, yo que amo tanto la vida, no le puedo transmitir poquito de ese amor; se supone que soy la persona que más lo conoce y aun así siento que hablara con un desconocido, el que siempre había dicho sentirse feliz y que disfrutaba de lo que hacía, que no se presionaba porque, según él, la vida era para disfrutarse. Ahora viene a hablarme de morir, de despedidas, de agradecimientos por los años juntos, ¿Cómo se supone que debo de interpretar tal cantidad de ideas, de pensamientos? Yo que a todo le veo el lado positivo ahora, ahora no se lo encuentro (como si fuera tan fácil reemplazarlo, ni que los amigos se vendieran en las tiendas). No sé si estoy triste o enojada, no sé qué pensar, no sé a quién recurrir; y si exagero y sólo me preocupo demás, que tal si provoco un problema más grande de lo que podría ser, pero ¿cómo saberlo? jamás lo había visto llorar de tal manera, decirme con tal sentimiento (recordar su voz aún me pone melancólica) que deseaba terminar con su vida, (¿quien se cree para terminar con su vida?). Vivir es una responsabilidad muy grande, cómo puede tirar así como así la toalla y caer derrotado a la lona, no lo puedo permitir, pero… ¿quién soy yo para decidir qué hacer con su vida?, no soy nadie ¡carajo! No soy nada ¿Qué pasa con los años juntos? ¿Qué acaso eso no significa nada? ¿Por qué me pide que lo escuche? No soy tan fuerte, no soy tan fría, no sé ignorar a la gente y menos a él.

La muerte vista hacia un ser querido no es tan fácil de aceptar, hay muertes que no me pesan, porque con los años me he preparado para aceptar que tarde o temprano perderé a alguien especial, pero de un día a otro escuchar que estas harto de la vida, que te da igual, que te vale, que nada ni nadie vale la pena como para seguir adelante, que nada te motiva, que nada te hace caer en razón para que te des cuenta de lo hermosa que es la vida.

La muerte es cruel, cuando te sorprende de esa manera y se vuelve mi enemiga ¿Quién se cree para llevarse a mi amigo? No lo acepto, eso es todo.

Fernando Savater, me habla en su libro “Las preguntas de la vida” de cómo aceptó él la muerte, en qué momento se dio cuenta que nadie se libra de ella y de que le ha tocado ver morir a seres queridos.

Antes de que la muerte me causara dolor de cabeza Savater me hizo reflexionar y descubrir que no era tan malo morir, que era de gente madura aceptar su muerte y así lo creía pero ahora me causa dolor, me causa angustia saber que puedo perder a alguien y se vuelve insoportable la idea de que lucho contra lo único seguro, lo único que no se puede evitar ni cambiar, no me siento derrotada mi problema es que ni siquiera sé como sentirme.

¿Muerte? No la conozco y me reservo ese placer… por ahora

Adriana Guadalupe Jiménez Díaz
3B bachillerato
10 de noviembre de 2010




La muerte

La muerte… para algunos algo mortificante, para otros el inicio de algo nuevo y para otros, como yo, el fin de todo.

Nadie sabe qué hay después de ella y a pesar de ser la parte final de un ciclo muchos le temen, aunque tenemos que aceptar que la vida no es permanente y es algo completamente natural; personas mueren a diario pero, ¿qué pasa cuando la conocemos de cerca por medio de algún ser querido? ¿Será por esto que algunos le temen?

Tomando en cuenta lo anterior, acepto que es algo natural y no le temo a morir, pero lo que me remuerde es el hecho de que ya no podré continuar mi vida, dejaré a las personas que amo (si es que ellos no me dejan primero) y que todos mis recuerdos se perderán… los cuales para mi son de las cosas más importantes que poseo. En sí, te llevas toda tu vida contigo, no de forma física pero por lo menos de una manera que podría llamarse de varias formas, como: tu forma de ser, parte de las demás personas, lugares, situaciones únicas tanto placenteras como trágicas, escenas nunca antes vistas por los demás, etc.

Tu vida es única e irrepetible, eres único e irrepetible. Eso para mí es lo que más duele… el tener que dejar ir todo por el descanso eterno, es como decir: “Tuviste tu tiempo y ya… ahora es tiempo de marcharte”, ya no podrás ayudar a nadie, no podrás aprender más cosas, no podrás hacer sonreír o reír a alguien, ni siquiera a ti mismo o lo que es lo peor de todo: el no poder acabar algo muy importante

Entiendo que todos tenemos un tiempo limitado para vivir, tenemos una esperanza de vida de aproximadamente ochenta años, pero ¿qué cuando ese tiempo se corta? Tanto al punto de a penas cumplir un cuarto de éste o menos… ¿Qué pasa con ese ciclo a cumplir? ¿Qué pasa si no tuviste hijos? ¿Si casi no creciste? ¿Qué con los bebés que ni siquiera tienen la oportunidad de abrir los ojos? ¿Qué si se tiene que pasar por agonía antes de morir?

¿Sería posible de que a pesar de tener unas ganas inmensas de vivir, desear la muerte fuera el único alivio a tu sufrimiento?

La muerte probablemente es un descanso, como ya dije un descanso eterno pero ¿De verdad es esa la solución a los problemas? Yo digo que no, claro porque considero mi vida hasta ahora placentera y a la cual puedo sacarle mucho jugo, pero ¿qué tal si lo viera como un caso perdido?

En lo personal, no considero la muerte como algo malo, en sí no se qué tanto puedo hablar de ella, ya que la desconozco casi en su totalidad… pero me he dado cuenta que cuando era pequeña no tenía noción de lo que era, ni siquiera me preocupaba o me percataba de que pasaba y con el paso del tiempo, va creciendo mi inquietud, probablemente porque mi tiempo se va a acortando y no sé cuando llegará, pero últimamente he escuchado un pensamiento que dicen que es como vivir eternamente, a lo cuál le llaman: trascender.

Dicen que hay varias formas de hacerlo y que supuestamente son cosas que deberías de hacer antes de morir si es que tienes la oportunidad, lo cual es: “Escribir un libro, tener un hijo y sembrar un árbol”

Mi interpretación de esto es, de que escribir el libro hará que tu pensamiento quede plasmado de tal modo que no se modifique y otros puedan conocerte por este medio o aprender de ti (inclusive hacerlos sonreír), un hijo porque de esta manera haces que tus genes sigan vivos, en sí parte tuya sigue viva y el árbol porque de esta manera dejas tu marca en la naturaleza y es un ser que está vivo por ti al igual que tu hijo, tu les ayudaste a llegar a este mundo y así mientras tu hijo tenga hijos y se siga esa cadena, no morirás. Mientras el árbol siga vivo (ya que tienen un promedio de vida mayor al de los humanos) tu seguirás vivo y así mientras ese libro siga siendo leído tu estarás ahí… en los pensamientos de esas personas que leen esas palabras que tu plasmaste y que están analizando tus ideas.


“(…) Quizá porque vivir es eso, es estar cerca,
Y yo me estoy muriendo (…)”

Mario Benedetti
Ultima Noción de Laura.




Diana Cristina Miranda Rocha
3B bachillerato

10 de noviembre de 2010





La Muerte

“Al nacer traemos al mundo lo que nunca antes había sido, al morir nos llevamos lo que nunca volverá a ser”, sabias palabras que se me quedaron grabadas en una de las clases de filosofía.

He buscado definiciones para la muerte y he encontrado las siguientes:

ü                  Muerte: Es en esencia la extinción del proceso homeostático y por ende el fin de la vida.

ü                  Muerte: Es el fin de la vida, opuesto al nacimiento. El evento de la muerte es la culminación de la vida de un organismo vivo.


XII
Morir  es retirarse, hacerse a un lado,
Ocultarse un momento, estarse quieto,
Pasar el aire de una orilla a nado
Y estar en todas partes en secreto.

Morir es olvidar, ser olvidado,
Refugiarse desnudo en el discreto
Calor  de Dios y en su cerrado puño
Crecer igual que un feto.

Morir es encenderse bocabajo
Hacia el humo y el hueso y la caliza
Y hacerse tierra y tierra con trabajo.

Apagarse es morir, lento y aprisa
Tomar la eternidad como a destajo
Y repartir el alma en la ceniza.
Jaime Sabines


La muerte… un hecho incomprensible para todos, o bueno al menos para mí. Morir, ¿Por qué?, ¿para qué?, ¿por qué no existe otro método para dejar esta vida?, ¿por qué tiene que ser tan doloroso cuando alguien parte de este mundo? Nacemos para morir. ¿Sólo para eso venimos a la vida?…

Dentro de la vida desarrollamos etapas; todas comienzan naciendo, después crecemos, maduramos, hacemos logros, cumplimos metas, hasta que por último: morimos. Es lo último que hacemos en esta vida, cuando una persona dice: “—Lo último que quiero hacer es viajar—“, está equivocada, lo último que hará es morir.

Siempre que alguien muere sentimos un gran dolor en nuestro pecho, un dolor inexplicable, pero, por qué mejor no alegrarnos si lo único que ha hecho esa persona es adelantársenos en el camino. Día a día morimos, es inevitable. Todos tenemos miedo a morir y nadie lo puede negar, si no es así entonces por qué alimentamos nuestro cuerpo a diario, lo hidratamos, lo hacemos sentir placer amando, lo cuidamos evitando que nos pasen accidentes.  Es inevitable, le tenemos miedo a la muerte, o al menos me atrevo a confesar que de mi parte si.

Cuando era pequeña, a los ocho años de edad supe que existía la muerte en verdad; era un día normal de escuela, cuando la maestra me sacó del salón y me llevó a la dirección, ahí me estaba esperando mi padre para llevarme al panteón, pues mi abuela había muerto, al principio yo no entendía nada. Cuando llegamos al panteón estaba toda mi familia, todos lloraban, me contagiaban ese dolor que sentían, me contagiaban esas lágrimas y mucho más mi padre; en sus ojos había algo extraño, había algo fuera de lo normal en él, días pasados él estaba muy feliz, me extrañaba todo esto. Llego el Domingo de visitas a la casa de los abuelos, ahí fue donde me di cuenta que sentía tristeza en mi ser, me di cuenta de que hacia falta algo, la casa de los abuelos ya no era la misma. Todos se estaban repartiendo las pertenencias de mi abuela, llorando y diciendo: -¿te acuerdas de...? Duraron una semana rezando que para que descansara en paz y llegara al cielo.

Aquí fue donde me pregunte si en verdad mi abuela iría al cielo, aquí fue donde descubrí que la muerte existía y no sólo en mi abuela sino en todos. Fue también cuando a todos les preguntaba: -¿por qué se murió mi abuelita?-, y recuerdo muy bien que siempre me contestaban: -¡Ay hija, por que ya era hora de que estuviera con Diosito acompañándolo, ella está bien, no te preocupes!-, ¿era cierto esto?, ¿qué no, era más fácil que me dijeran?: -¡No sé!-, pues es la verdad, nadie sabe por qué morimos. Yo no quería que mis padres también murieran, yo no quería tener la misma mirada de tristeza de mi padre.

Morir… ¡Sí! Le tengo miedo a la muerte. Para morir nuestro único requisito es estar vivo, y ahora me doy cuenta de que estoy viva, me doy cuenta de que siento, dé que amo, dé que lloro, dé que pienso, dé que cada día hago logros nuevos, dé que me propongo nuevas metas para cumplir. Por una parte me da gusto esto, me da gusto de que me hayan prestado tiempo para vivir  y que mi madre fue el medio por donde llegue a ésta vida, ¿Cuánto tiempo? No lo sé, y eso es lo interesante, pues hay que hacer los mayores logros para no regresar a la nada sin nada. Si muero en cuerpo, alma y pensamiento me quiero ir pero no sin nada, quiero que en el último instante tenga buenos recuerdos, recuerdos de la vida, recuerdos de que algún día yo cree algo para que muriera, para  que me alcance en unos cuantos años.

Si mis padres mueren quiero morir sólo para encontrarme con ellos, quisiera morir para saber si se puede amar haya también, en aquel lugar que nadie conoce. Es lo único que envidio de los muertos, que ya conocieron la vida, y que ahora están conociendo la muerte, y después de la muerte, ¿Qué hay? Nadie lo sabe y ésta pregunta me pone tentación, sólo me queda esperar mi momento, esperar a volver a ser de nuevo nada, si es que alguna vez  lo fui.

Cuando una persona nace es única e irrepetible así como vino así se va, cuando una persona nace viene unido a su madre; todos se alegran de que viene alguien nuevo en camino, cuando uno muere se corre el peligro de desunir familias, de que todos lloren y sufran por aquella pérdida, somos olvidados en unos cuantos años, incluso aquel que muere olvida lo que fue, olvida lo que hizo… ¿o?, tal vez no…

Si nosotros no vivimos la muerte no es nadie, la muerte no es nada.

Si en años más adelante le doy vida a otro ser, tengo miedo, pues a él también le causaré la muerte, le causaré dudas, miedos, esperanzas, alegrías, tristezas. Ahora qué me pongo a pensar tengo más miedo a qué alguien que nazca de mí, muera por mi culpa, pues yo le di herramientas para llegar a la vida. Seré la causante de que le tenga miedo a la muerte. Quiero ser madre, quiero que cuando muera, mis hijos sean los únicos que me olviden.
Pero, ¿Para qué temer?, si es una buena oferta la que nos tiene la muerte, nos ofrece la eternidad, la eternidad para siempre, nos ofrece recuerdos, olvidos.

Tengo muchos temores en la vida, ¿será por eso que la muerte llega?, ¿para ya no sentir estos temores? Tal ves la muerte no es mala, tal vez es que llega por qué nos salva de este mundo lleno de dudas, se preocupa por nosotros y nos lleva a un lugar donde no existe nada de esto, tal vez…

¿Acaso no cuando prestamos algo queremos que nos sea devuelto? Pues la muerte vuelve a quien la toma.


María Concepción Mayorga Martínez
3A Bachillerato
8 de noviembre de 2010

Fuentes consultadas:

·   Diccionario enciclopédico Hachette Castell, tomo VIII. España 1981.
·   “Muerte” , fecha de consulta: 6 de noviembre de 2010
·   Recogiendo Poemas, Jaime Sabines, ediciones Zarebska, México D.F. pág 60,”Algo sobre la muerte del mayor Sabinesprimera parte, XII.





Hola, soy Mariana y soy mortal


“…al nacer traemos al mundo lo que nunca antes había sido,
al morir nos llevamos lo que nunca volverá a ser”1


Mi llegada al mundo fue como la de todos los demás, ignorando si fue a propósito o un descuido aceptado y ahora amado. Pero, ¿para qué? Simplemente, para vivir. ¿Qué es la vida? Sencillo, el rival de la muerte, lucha constante que a diario nos rodea y que por lo visto nos deja vivir para contarlo, hasta que la muerte se canse de salir perdiendo y nos sume a su lista. Vivos pero de igual manera muriendo, hasta que la vida ya no puede más y somos un adiós definitivo. Juego de palabras, así es la vida.

La muerte, fin que nos asegura la vida desde llegamos a este mundo, curiosamente esto quiere decir que nacemos sabiendo que vamos a terminar, no sabemos cómo ni cuándo pero que ocurrirá; mas no sabemos qué pasará con nuestras vidas a lo largo del tempo. Somos un proceso, un ciclo, el cual siempre se cumple, con distinta duración pero se cumple.

¿Temerle o no a la muerte? Sé que ocurrirá, en algún momento va a llegar y eso no es a lo que le temo, lista para la muerte no estoy, tengo sueños y metas que me faltan por realizar pero, a lo que sí le temo, es morir, morir para los demás, ¿alguien se percatará de mi ausencia? ¿A alguien le dolerá que yo ya no esté? ¿Habrá quién me extrañe? Puede sonar muy superficial pero para mí significa mucho. Tengo miedo de no llegar ni a la mitad de mis planes. Pero nadie sabe qué pasará… sólo podemos esperar y esa espera es vivir.

Aprovechar el tiempo, aprovechar la vida, no perder el tiempo pesando o diciendo que no lo tenemos, disfrutar, pensar y actuar, arriesgarnos, para mí, eso es vivir y eso es lo que en algún momento vamos a recordar y estaremos satisfechos de lo que hicimos. Por más jóvenes que seamos, considero que debemos disfrutar y no ver la vida como algo simple, por si algo llega a ocurrir a nuestro alrededor, estemos felices con nosotros mismos. La vida y la muerte son un yo, algo único, individual e irrepetible, que al mismo tiempo involucran a un todo que está en nuestro entorno y con el cual nos relacionamos. Muchas veces pensamos en nuestra muerte y nos cuesta pensar en la muerte de quienes están con nosotros y mucho más difícil es pensar en la muerte de quien somos dependientes. Sin generalizar, por lo menos a mí, sí me parece difícil.

Si sabemos que todos vamos a morir y día con día corremos el riesgo, ¿deberíamos vivir con miedo? Eso ya es elección de cada quien… a mí la muerte me emociona porque me hace disfrutar la vida. La muerte te reta a gozar realmente para cuando se le antoja llevarte con ella, quede en ti si disfrutaste lo suficiente o no.

Mortales, eso somos, un fin tenemos, ricos o pobres, hombres o mujeres terminaremos igual, el tiempo pasa y nosotros en algún momento nos iremos con él. Recuerdo seremos y hasta ahí vamos a quedar. Con la muerte estaremos.


Mariana Rodríguez M.
3er semestre grupo A
Noviembre de 2010





La muerte, el final de nuestros sueños.


La muerte sólo tiene importancia en la medida
en que nos hace reflexionar sobre el valor de la vida.
André Malraux (1901-1976) Novelista y político francés


¿Qué es la muerte sino el final de la vida?¿Qué sería de la vida si no nos esperara la muerte? ¿Acaso nos preocuparíamos por vivirla si no supiéramos que esta puede acabar en cualquier instante? ¿Es la muerte algo más que una palabra? A ciencia cierta nadie lo sabe, es una duda que tendrá que esperar hasta la muerte misma para poder ser desentrañada, o al menos eso espero. Y si eso no es, entonces la muerte es sólo una forma de llamar a la desaparición de la “vida”. Pero la muerte no es una sola, existen muchas formas de morir, que ocasionan dejar de vivir dentro de la misma vida, y para eso, primero hay que encontrar el significado de la vida, para comprender la muerte.

Como todos deberíamos saber, la vida no se trata de respirar, comer y dormir, sino de algo mucho más grande y es tarea de cada quien encontrarlo, o de conformarse con actuar como un borrego dentro del rebaño llamado “humanidad”. Para los que realmente quieren vivir la vida, pues sabrán que se trata de encontrar tu propio camino dentro del mundo, a pesar de los defectos, de hacerlo  tuyo y caminar a través junto a los que más quieres y haciendo lo que te llene, seguir tus propios impulsos, alcanzar la libertad sabiendo respetar, aprender de la vida y enseñar, amar, dejar tu marca en el mundo, y pues, vivir, sabiendo que cada segundo tiene un valor incomparable pues la estadía en el mundo puede terminar en el momento más inesperado.

Pero la muerte no es para temerle, porque si lo piensas bien, en realidad no es nada. Es más cruel temerle a la muerte que morir, mientras uno más se despreocupe de ella, mejor será su llegada. Hay que asumirla, pero no temerla. Generalmente los que más le temen son aquellos que no aprovecharon la vida o que se arrepienten de sus actos.

¿Habrá vida después de la muerte? Imposible saberlo, la mayoría de las religiones la prometen, pero, entonces, ¿Cuál sería el punto de vivir esta vida si tenemos la promesa de vivir una vida eterna y millones de veces mejor que esta con el simple esfuerzo de rezar y alabar a alguien del cual tampoco sabemos de su existencia sólo porque nos obligan a creer que así es con la amenaza de que si no creemos y alabamos terminaremos en el infierno? Una gran pregunta.  La religión, o refiriéndome mejor a la que más creyentes tiene, la cristiana o católica, está hecha a base de mentiras, el clero siempre ha aprovechado de los ignorantes y los ha manipulado durante siglos, la “santa” inquisición fue una cosa de lo más satánica en realidad, y todo por obligar a la gente a creer, haciéndolos pasar un infierno desde antes de morir, así que de religión, yo paso.

Podría llegar a creer en algún ser superior algún día, pero tener religión, no gracias. Además, si realmente existiera tal cosa, ¿Por qué necesitaría millones de humanos alabándolo a diario? Podría agradecerle que me pusiera aquí, pero si fuera tan soberbio y arrogante como para no quererme por no alabarlo cada segundo de mi vida, entonces no me simpatizaría mucho que digamos, y si no fuera así, entonces no creo que le importaría mucho mi duda.

Regresando a la muerte, como dije antes, no existe una sola muerte. Hay una que es la definitiva, de la que uno ya no regresa. Y dentro del camino de la vida, uno puede morir muchas veces, o como cada quien quiera llamarlo, pero cuando uno deja de soñar deja de vivir, porque si la vida pierde sentido pues ya no es vida, pero los sueños pueden regresar una y otra vez.

La muerte, esa que sólo ocurre una vez, es simplemente el final de la vida. No es tan complicada como parece, lo que sí da miedo podría ser el sufrimiento que la antecede, o el que queda en las personas vivas cuando esto ocurre pero, como dijo Antonio Machado: “La muerte es algo que no debemos temer porque, mientras somos, la muerte no es y cuando la muerte es, nosotros no somos”. Por lo tanto mientras uno está vivo la muerte no está aquí y no hay nada de que temer, y después de morir, pues, simplemente dejamos de existir.

La consciencia de la muerte es una de las principales razones por las que los seres humanos somos como somos, si un animal supiera que va a morir probablemente se preocuparía por hacer algo mejor que simplemente comer dormir y realizar el resto de sus necesidades biológicas, ya que su vida se tornaría en algo mucho más valioso, ya que si los animales no conocen su muerte, han de pensar que es interminable, por lo tanto no importa cuándo hagan qué cosa pues siempre tendrían tiempo.  En cambio los seres humanos sí tenemos consciencia de la muerte, aunque a pesar de eso algunos no parecieran darse cuenta de esto y siguen con su vida como si no fuera a terminarse nunca, sin sueños ni esperanzas, o está la clase de personas que va al otro extremo, las que piensan que nunca tienen tiempo y pasan la vida trabajando y trabajando en cosas que probablemente no les gustan, y es muy tarde cuando se dan cuenta de que en realidad no tuvieron una vida, en fin, son muchas las cosas que uno puede hacer con su vida como para simplemente quedarse sentado desperdiciándola.

Por lo tanto, lo que podemos aprovechar de esto es que, para morir a gusto hay que vivir plenamente, así como un largo día de trabajo te produce un dulce sueño, una buena y productiva vida te causa una dulce muerte. La muerte sólo debe ayudarnos a apreciar nuestra vida como si fuera la única, porque si nos confiamos en que habrá otra la malgastaremos. Y no debemos dejar que la muerte nos arruine la vida, porque mientras haya vida, la muerte no estará, y hay que seguir caminando.


Typhaine Alessandra Eloise Rangel Luycx
3er semestre grupo B
Específico de Música
8 de noviembre de 2010








Reflexiones de los alumnos de 4º semestre de la clase de Filosofía de los años escolares agosto 2003 - julio de 2005:



“Y es esto es lo que da riqueza a la vida; la toma de conciencia de que algún día acabará y por tanto lo mejor será vivir a plenitud, pues no podemos tener la certeza de que se repetirá nuestro ciclo de existencia en este planeta o encontrará prórroga en otro lugar.”

Daniela Cruz F.




“El pensamiento profundo de la muerte es muy personal, ya que nos da la conciencia de nosotros mismos, de nuestro valor de ser únicos e irrepetibles en este universo y que puede a veces ocasionar miedo y sentimientos de soledad, pero a la vez descubrirnos también la importancia de nuestro tiempo de vida, de nuestras experiencias y de nuestros planes a futuro para aprovechar y disfrutar la vida. Es como el recordatorio de que la muerte puede llegar en cualquier momento. ¿Realmente estás haciendo lo que quieres?”

Diego De la Vega García


“Todo ser humano tiene una inconsciente necesidad y deseo de inmortalidad… Pero, ¿no es más que un cuerpo el ser humano? ¿No es más que un conglomerado de moléculas que un día u otro dispersará el viento?”

Carlos Alberto Ramírez Rodríguez


“La religión se ha encargado de legitimar a la muerte como algo que sin discusión tomará forma una vez que paguemos tributo de nuestros pecados a un tercero (Dios). Es decir, no podemos acceder a ella sin antes estar en paz con Dios; pero, ¿qué sería la muerte sin antes haber vivido esta vida independientemente del perdón por nuestros pecados?

El terror por haber sido abandonados a este mundo constituye la ‘culpa’ que de origen formaliza su negación. Esta cosmovisión que sigue horrorizando al ser humano sistematiza un modo de vivir que es al mismo tiempo un modo de morir; por lo tanto, mientras vivimos, morimos.

Negar la muerte como lo ha hecho la religión cristiana, afirmando que existe otra vida después de la muerte, confirma que esta vida no será vida si no somos previamente redimidos por un ser que tiene las características de verdugo.

Tal concepto pierde toda fuerza desde el momento en que para morir tenemos primero que vivir. Así, muerte y vida no son sino parte del mismo hilo conductor que hace a los hombres seres finitos e incapaces de predeterminar otra posibilidad de vida después de la muerte física y que, al mismo tiempo, le otorga una especie de sometimiento de aferrarse a lo que finitamente puede vivir.”

Anaid Avendaño Montes


“Los mexicanos siempre nos hemos burlado de la muerte, la caracterizamos, hacemos poemas chuscos en torno a ella, nos la comemos en forma de pan y dulces de diferentes sabores, nos disfrazamos de ella y hasta le ponemos apodos, pero no me queda claro si lo hacemos porque estamos tan familiarizados con ella y la vemos tan naturalmente o en realidad nos causa tanto temor que hasta nos burlamos de ella. Lo cierto es que los del más acá siempre cotorreamos con los del más allá”

Karen Aboytes Rule


"La muerte es, en resumen, la mejor razón para vivir”

José Raúl Pérez Vallejo


“Entonces… ¿por qué quejarnos de lo que nosotros mismos hemos creado, si lo que llevamos vivido no es más que el producto de nuestras decisiones?, ¿por qué ansiar (en algunos casos) la muerte como si ésta fuera a ‘salvarnos’ de algo de lo que nosotros mismos somos responsables.”

Saraí Sánchez Sánchez


“La existencia es tan compleja como el dejar de existir, tan relevante como la muerte.”

Sergio Rojas Granados


“Ocasionalmente me pregunto cuál es la necesidad de enviar a toda la humanidad al cadalso. Si fuera acaso porque sin la presión de que vamos a morir podríamos posponer quehaceres importantes o doblegarnos fácilmente ante la voluntad ajena, preferiría llegar a un acuerdo con este orden o lo que sea que está a cargo de esta masacre para que nos diera a todos tiempo de hacer lo que tengamos que hacer.”

Jaime Ledesma Ponce


“Al despertar en nuestra cabeza la idea de la muerte es cuando nos damos cuenta de que tenemos el control de nosotros mismos, cuando sabemos que si no hacemos lo que queremos ahora no habrá otro tiempo ni espacio para hacerlo; por esos se crea un sentimiento de individualidad que nos hace sentirnos más dueños de nosotros mismos.”

Germán Antonio Hernández Huerta


“A veces pienso que la vida sólo es una broma, un chiste que termina con la muerte, por lo tanto trato de divertirme con ese chiste.”

Ramiro José Ruiz Córdoba


“Imagínate que se pudiera saber qué hay más allá de la muerte. Creo que ya no nos preguntaríamos sobre ella o tal vez ya no estaríamos dedicándole no sé cuántas horas a este tema en particular, no estaría en este momento frente a este monitor escribiendo mis ideas. Simplemente creo que la vida perdería su sentido.”

Juan Antonio Michelena Manjarrez


“Defino a la muerte como algo incontrolable e impredecible, algo que desconocemos y no sabemos qué hay más allá de ella, algo a lo que algunas personas le tienen miedo o están al borde de ella; sin embargo, puedo decir que puedo estar tranquila de saber que tarde o temprano me llegará el momento, mientras disfruto lo que tengo delante de vida….”

Halenia Reséndiz Ostos


“Pensar en la muerte nos hace reflexionar sobre lo que hemos vivido, lo que hemos hecho o lo que nos falta por hacer; nos metemos en un proceso de auto-conocimiento en el que nos recordamos la clase de personas que hemos sido durante el tiempo en que hemos vivido y nos preguntamos si ha sido correcto nuestro desempeño en la sociedad en la que nos desarrollamos.”

Fiorensa Alessandra Toscano Espinosa


“La muerte es algo que duele, pero con lo que se aprende a vivir.”

Sonia Carreto Marchán


“Yo creo que filosofar (sobre la muerte) es sólo una manera de entender la vida propia…”

Yunuen Vargas Cárdenas


“La muerte, mientras viva, será (para mí) un acontecimiento inexplicable. Los expertos sobre el tema jamás me darán una cátedra sobre el mismo, sólo por el simple hecho de que están muertos.”

Cipactli Rebeca Cárdenas O.


“¿Cómo puedo saber si los muertos están realmente muertos y los vivos realmente vivos? Puede que los muertos sigan vivos, ya sea por sus obras o por el legado; y también puede ser que los vivos hayan perdido esa chispa o alegría de vivir […] Así pues, se puede decir que la ‘buena muerte’ es incluso más importante que el ‘buen’ vivir, pues la vida acaba y la muerte nos perpetúa.”

Marlen Reyes Pérez