domingo, 4 de mayo de 2014

CONSIDERACIÓN SOBRE LA ESTÉTICA DE KANT

 Les presento una lúcida y original reflexión de Ana Fernanda González Loreto, alumna de 6º Semestre de Bachillerato, sobre algunos aspectos de la estética de Kant:

Sublime Dinámico







Es muy popular el dicho “sobre gustos no hay nada escrito”.  Aunque se dan coincidencias esporádicamente en materia de gustos, cada individuo posee sus juicios de gusto personales,  que para cualquier otro podrían resultar absurdos o irracionales. 

Es difícil, por no utilizar el desalentador “imposible”, establecer reglas o verdades universales en lo que a la belleza se refiere. Generalmente se llega a una regla a través de la razón, la cual resulta difícil inmiscuir en cuestiones de gusto, ya que en este terreno se apela, generalmente, al sentimiento, el cual es por sí solo, subjetivo y libre. 

Por eso resulta tan complicado cuando se da una contradicción entre dos personas en materia de gusto, pues ambas partes argumentan subjetivamente, difícilmente expresando ideas universales que puedan entender ambas partes, cayendo más bien en intentos de imponer la percepción personal a la contraparte.

Existen tantos conceptos de lo bello como individuos. Para algunos, la belleza se encuentra en la armonía, para otros en la disonancia, lo grotesco, lo delicado, y bajo innumerables conceptos más.

Viéndolo así, resulta poco útil discutir al respecto, y sin embargo, toda una disciplina filosófica, la estética, se dedica a ello. Existen, a pesar de tantas digresiones al respecto, algunos enunciados que parecen ser irrebatibles, como la existencia de la belleza, y los efectos que tiene.

Todos hemos experimentado la belleza en algún punto de nuestras vidas. Bajo la forma de una persona, en la natuiraleza o en una obra de arte, nos hemos topado con elementos que apreciamos positivamente. Puede incluso, que hayamos encontrado algunos que nos impresionan profundamente y nos hacen sentirnos rebasados.

Para Kant, la consecuencia de exponerse a la belleza es la sublimación del individuo. El esplendor del que nuestro juicio dota a lo que nos parece bello, lo magnifica hasta el extremo. Cuando esto sucede uno se siente inmensamente pequeño, sobrepasado e impotente ante tal magnificencia, y, en simultánea antítesis, tan extenso y profundo como bello es el elemento. La sublimación ante la belleza resulta completamente irracional, y sin embargo, verdadera y universal

En tanto a la sublimación del individuo pienso que sucede cuando éste encuentra una resonancia con algún elemento. Cuando encuentra la belleza y se siente sublimado, ello se debe a que se ha visto reflejado, que ha percibido una parte de sí mismo en lo que haya provocado esta reacción. Por eso, al intentar justificar una preferencia es tan común utilizar la expresión “me identifico”.

Aunque existen discrepancias siempre, hay sectores del acervo cultural humano que tienden a los juicios de gusto positivos. Quienes los produjeron dejaron parte de sí en ellos, y en ello reside su aceptación mayoritaria, en el hecho de que resuenan y nos enfrentan con nuestra humanidad, lo que para Kant es una de las características de la sublimación.

El ego es inherente al ser humano, y desencadena muchas de sus acciones o preferencias, en este caso. Nos encontramos con obras de arte que parecen compuestas a la medida de nuestra situación, opinión o personalidad. Generalmente estas obras obtienen una valoración positiva de nuestra parte, pues esa concordancia con nosotros mismos las vuelve bellas. La apreciación estética acompañada de la sensación de sublimación es una extrapolación del ego, y por ello, al mirarnos y juzgarnos desde nuestro reflejo, nos sentimos rebasados e impotentes.

La influencia del ego en el tema del gusto explica también por qué el mismo es individual. Al buscar la belleza, cada individuo se busca a sí mismo, y los resultados de dicha búsqueda, por lo tanto, jamás serán iguales. La aceptación colectiva de cierto tipo de belleza, por otro lado, refleja la esencia que une a un grupo de personas.

Por otro lado, la generalidad prevaleciente sobre la sublimación, en tanto que sucede, me parece prueba de la existencia de la belleza. A pesar de ser tan distinta para cada individuo, existe como concepto general e ideal.

Otro indicador de la existencia de la belleza es la constante búsqueda que emprendemos en su pos. De una u otra manera, y conscientes de lo innecesaria que es, buscamos la belleza constantemente, esperando encontrarla, rodearnos de ella, a veces, crearla.

Lo más interesante de la misma, es cuando provoca coincidencias. Cuando alguien crea belleza, y un tercero la percibe como tal. Y entonces, al resonar con la belleza y al reflejarse en ella, se encuentra de frente con otro ser humano, y se ve a sí mismo en él. Y la misma belleza nos permite vislumbrar la esencia que nos une.




Ana Fernanda González Loreto, 
alumna de 6º Semestre de Bachillerato

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